domingo, 20 de mayo de 2012

El amigo de la mirada puteril


Ahora es de aquellos momentos en los que quisiera abandonar la carrera, ahora es de aquellos momentos en los que quisiera no saber nada de lo que sé, nada de lo que me han enseñado a lo largo de cuatro años en la universidad de pacotilla, en la universidad “de los quieren salir adelante”;  es de aquellos momentos en los que quisiera no saber nada de lo que fui obligado a aprender para aprobar algún curso o acaso para procurar sentirme superior  a los seres esperpénticos que hacen esfuerzos sobrehumanos por conseguir lo que un bicho raro u otro de mi especie conseguiría con un ronquido. Hoy es de esos días, y me siento aún más estúpido/peruano leyendo en la fachada azul “Examen de ganadores” o “Si quieres salir adelante…”. Hoy es de esos días en los que me doy cuenta que no soy un ganador (por eso no di el examen de admisión y cuando lo di me dejaron tercero y ya sabemos que el espíritu santo es sólo eso y nada más) y que no quiero ir hacia adelante ni hacia ningún otro lado; estoy en un extraño momento de lucidez en el que me doy cuenta que lo conveniente es quedarme en mismo lugar, a dormir, a pensar, a escribir y a hacer cualquiera de esas cosas que creo hacer mejor, no bien, sólo mejor.

Hoy es domingo; ayer fue invierno pero hoy ya no, hoy salió el sol, ayer fue un día genial (dormí  20 horas de las 24) pero hoy no puede ser genial (tengo que leer y hacer trabajos de la universidad). Quizá lo bueno de este día y la razón por la que me tomaré el trabajo de hacer el trabajo es porque le enviaré una copia a un amigo, cuya llamada me hizo bastante bien. Como todos los domingos hoy es de los días más desagradables de todos, hoy es de esos días  donde todos quieren estar en familia, almorzar en familia, salir en familia, todos quieren ser parte de un grupo más abominable que lo abominable de una sola individualidad, que su vida, quizá para poder notar la estupidez en una dimensión más amplia. Pero llamada me ha dado energías para pensar en el trabajo, para procurar entender la lectura en inglés técnico, aquella lectura de quince páginas multiplicadas por cuatro, de las cuales sólo entiendo una palabra por página. Por lo que me apresuraré a sacar conclusiones peruanas, me apresuraré  en convertir esa única palabra en un mamotreto de varias páginas que será lo que llegará al correo del profesor Percy (o lo más probable que es no llegue nada), ese petizo alegre e inteligente (eso lo sospecho) que después de un pequeño discurso de dos o tres minutos (relativos, porque ya sabemos que en cuestiones del tiempo soy un cero a la izquierda) llega a la conclusión de que todo es “caótico”. Percy es todo un personaje, tiene historias interesantes (de la carrera) que me encargaré de convertir en historias cómicas. Y el amigo de la llamada tiene una voz agradable al que procuraré satisfacer. Aún recuerdo a Percy terminado un discurso diciendo:
  •  Caótico, ¿no?

Aún recuerdo al amigo y a esa voz grave, inteligente, celestial. Si te presento una versión más agradable de mí ¿Te animarías a salir conmigo? Recuerda que si hay algo que sé hacer bien, es ser cualquier persona, animal o cosa, menos yo. Recuerda que la mejor versión de mí es la nada, lo desconocido, lo camaleónico. Recuerda que desde que he nacido he sido muchas personas y no sería complicado inventar otra versión.
Entonces hoy domingo, que no puedo dormir igual que ayer será un día genial porque le enviaré una copia del trabajo  a ese amigo con el que quiero salir y tomar y luego conversar hasta la hora del sueño. Y luego quiero soñar y pensar que todos los sueños pueden ser realidad si hago los trabajos y si sigo escribiendo; y luego quiero seguir soñando con olor Caricia, sobre la cama solitaria y quiero pensar que si bien no podré estar nunca al lado de la persona que quiero sexualmente y vocalmente, por lo menos podré enviarle los trabajos, podré quizá hacer los trabajos que no haría si no existiese la espalda y la mirada puteril;  y de ese modo ambos podemos ser felices, ambos podemos ayudarnos a terminar la carrera. Luego seré ingeniero y me las ingeniaré para seguir escribiendo y llevar una vida de escritor a mi estilo: Escribir, pensar, dormir e ingeniaré la manera de tener a mi lado a ese amigo, porque después de todo para algo tiene que servirme la ingeniería: Para conquistar al amigo de la mirada puteril.

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