Coetzee: “La gente feliz no es interesante. Es mejor aceptar la carga de la infelicidad e intentar transformarla en algo que valga la pena”
UNO:
Nunca empieces una plática
recordando lo que hablamos o hicimos ayer, al menos que el ayer sea un evento
ocurrido antes de los dieciocho años. Antes de los dieciocho años solía tener
una mente lúcida/traicionera, antes de los dieciocho años lo recordaba todo y
cada uno de aquellos días, vienen a mi mente como los golpes que mi madre
propiciaba a las ratas que invadían la casa y que el gato no se atrevía a matar
(era un gato admirable, era admirable la voluntad empeñosa que tenía por dejar
de ser gato), acaso también como los martillazos que mi padre repartía entre
los fierros oxidados de los carros que arreglaba, aquellos días los recuerdo,
en resumen, como días llenos de infelicidad, de sufrimiento en la alcoba de mi
abuelo fallecido, entre las estampitas, los santos de yeso y los libros. Después
de los dieciocho años me he vuelto menos inteligente pero más prudente, después
de los dieciocho años no recuerdo nada de lo que hago o digo, y cuando lo
recuerdo es por la exclusiva razón de escribirlo y luego de escribirlo no
recuerdo el suceso ni lo escrito.
DOS:
Si me vas a invitar a salir
tienes que saber que rechazaré la invitación si es que las condiciones climatológicas
no son propicias para la felicidad. Me importa un carajo el quien seas o el que
quieras, lo primordial es el clima. Me agradan las tardes después de las seis,
con el cielo nublado/gris, con neblina si es posible. Me agradan esas tardes grises
después de la seis con neblina porque me recuerdan los domingos en los que me
quedaba solo en casa, a hablar con las aves o con el aire o con una rama de árbol (báculo) que recogí algún día
en la chacra. Me agradan esas tardes que se parecen a los domingos de infancia
y por eso procura invitarme a lugares solitarios, con árboles y aves. Y ya en
el lugar de la cita, ten el buen juicio de preguntar “Te acostarías conmigo”. Si te respondo que no, sólo quédate
callado y cuéntame historias mientras observo las plantas, los animales o la
nada. Si te digo que sí, acaríciame y disfruta del momento. Si te digo que no y
no tienes historias que contarme, procura dejarme sólo, la pasaré mejor con los
animales. Si te digo que sí, no te cohíbas y hazme feliz.
TRES:
Cuando te haya dicho que no me
gustas y que jamás me acostaría contigo no comentas actos de estupidez aún que
mayores que el hecho de haberte fijado en mí. Cuando te haya dicho que no me
gustas no trates de cambiar en un afán mediocre de agradarme. Si te he dicho
que no me gustas lo que debes hacer es
formar tu personalidad (yo nunca me fijo en tipos sin personalidad), debes trabajar
en aquello para lo que has nacido, aunque al hacerlo las circunstancias te
alejen más de mí. Créeme que años más tarde cuando te vea convertido en un rey,
en escritor, en actor o en un sapo; te apreciaré y querré ser tu amigo y quizá en
momento exista la remota posibilidad de que me cueste contigo y de que tú no
quieras ser mi amigo, ni acostarte conmigo. Y quizá en ese momento dirás: “Perro cabrón, ahora ya soy feliz, no te
necesito. El infeliz eres tú por no haberme aceptado en ese entonces”. Yo
sólo diré: “Qué agradable tipo”,
luego me iré a la cama a hacer lo que mejor sé hacer: Dormir.
CUATRO:
Nunca apeles a nuestra amistad
para conseguir algo. Nunca digas: “Si
eres mi amigo tienes que ayudarme o tienes que hacer tal o cual cosa”. Es probable
que yo te aprecie más de lo que imaginas. Es probable que me caigan algunas
lágrimas al momento de tu muerte (entiéndase la muerte en un concepto más
amplio) pero siempre hay cosas que me interesan mucho más que la amistad. Siempre
prefiero rendirle culto al ocio, al escribir o simplemente al no pensar en
nada. Si de verdad eres mi amigo y me reconoces como amigo tienes que saber/entender
que el lugar de nuestra amistad está
debajo de todas esas cosas primitivas/hedonistas que son la esencia de
mi vida y de las nunca me podrán privar. Nuestra amistad puede desaparecer en
cualquier momento, cuando yo muera, cuando tú mueras, cuando veas que mi
personalidad no es lo suficientemente confiable como para que me cuentes cosas
íntimas, cuando veas que mi personalidad no es lo suficientemente confiable como
para que me cuentes que pronto tendrás un hijo, o cuando veas que mi personalidad no es lo
suficientemente confiable como para que me cuentes que eres homosexual. El ocio,
el escribir, y la nada son cosas que me sobrevivirán y de ello tengo la certeza
de que me acompañara hasta la muerte y sin condiciones de por medio.
CINCO:
Si has leído mi blog y conoces mis
preferencias sexuales no tengas miedo, ni te creas listo pensando que tengo
fantasías sexuales contigo. Recuerda que tú no te acostarías con cualquier
mujer; y yo, siendo todavía más selectivo, no me acostaría con cualquier
hombre. Si he decidido ser homosexual no voy desperdiciar mi condición
privilegiada acostándome con seres esperpénticos y si he decidido ser
homosexual y he decidido que me gustas, ten en cuenta que ya te lo hubiese
dicho.
Si has leído mi blog y me
escuchas hablar con naturalidad sobre la homosexualidad, sobre hombres o
relaciones entre hombres, en ningún caso te escandalices, ni te alejes, ni
lances palabras atropelladas por la ignorancia de tus antepasados. En ningún
caso me sentiré fatal, en ningún caso te prestaré atención y si lo hago, sólo
notaré tu chatura intelectual. Ten en cuenta que a mí nadie me dijo que ser
homosexual era malo, ten en cuenta que para mí la homosexual es una condición
natural de la humanidad. Ten en cuenta que aun siendo un hombre al que le gustan
los hombres, puedo ser más varonil que tú y puedo lanzar proyectiles verbales
para convencerte que tu condición de heterosexual es más baja/ruin que mi condición
de ser que ha decido quitarse la camiseta putrefacta de la familia, la nacionalidad y la cultura.
SEIS:
Mi vida es un juego, una ruleta
rusa que depende de mi estado de ánimo y mi estado de ánimo depende del olor de
las sábanas, de la gota de sudor que corre por mi frente, de la hormiga que
camina sobe mi pierna o de cualquier suceso insignificante. Cuando estoy con
buen ánimo tendré el buen gusto de llamarte para conversar largamente; si estoy
con mal ánimo lo sabrás si no te presto atención (en clases, por el celular,
por el chat). En ese caso no insistas porque saldrás malherido, me encargaré de
mostrarte la peor versión de mí. Tampoco insistas con las llamadas porque
gritaré: “Carajo, la gente no tiene nada
que hacer” y luego colgaré. Mucho menos insistas por el chat porque no
leeré lo escribas y me encargaré de responder: “Entiendo”, como acuse de recibo o simplemente no diré nada.
Sin embargo hay momentos que son
de felicidad extrema y para no echarlos a perder prefiero alejarme de la
humanidad. Reconocerás esos momentos y ten la amabilidad de ayudarme a ser feliz,
alejándote. En dichos momentos de felicidad extrema prefiero contemplar el olor
de mi cuerpo, el olor de las almohadas, el sonido de alguna buena canción o
simplemente el techo blanco de la alcoba donde se dibujan las historias mitológicas
donde yo soy dios y tú el diablo que
quiere joderme el mundo que he creado.
En resumen, sea que esté feliz o infeliz, siempre prefiero estar solo,
salvo algunas excepciones que sólo Naya conoce.
SIETE:
Si estoy feliz y quieres
compartir mi felicidad. Si quieres salir conmigo y sabes que quiero salir
contigo pero el clima es adverso. Si quieres salir conmigo y sabes que nunca jamás
me acostaría contigo. Si eres mi amigo y sólo eso y quieres salir conmigo y
sabes que quiero salir contigo pero que prefiero salir con chicos agradablemente
sexuales. Acuéstate conmigo y quédate en silencio. Ven a mí, a mi cama (ten la
certeza de que allí me encontrarás siempre), muéstrame la mejor versión de ti,
debajo de las sábanas, acaríciame, abrázame muy fuerte y duerme conmigo. Invítame
a salir un sábado por la noche, con
garúa y lleva contigo a un chico agradable y de preferencia no vayas tú, ten
por seguro que te estaré eternamente agradecido. Llévame a una discoteca llena
de gente agradable, pide sangría y quédate en silencio mientras yo observo lo
que realmente me interesa. Si haces eso seremos dos amigos felices.
El punto siete es contradictorio, pero sencillamente claro... Como siempre, me agrada tu transparencia al escribir.
ResponderEliminarTrataba de lograr esto: Si estoy feliz y quieres compartir mi felicidad, Acuéstate conmigo y quédate en silencio. Si quieres salir conmigo y sabes que quiero salir contigo pero el clima es adverso, Acuéstate conmigo y quédate en silencio. Ven a mí, a mi cama (ten la certeza de que allí me encontrarás siempre), muéstrame la mejor versión de ti, debajo de las sábanas, acaríciame, abrázame muy fuerte y duerme conmigo (...)
EliminarIntentaba una especie de técnica, al parecer fue sólo un intento. Gracias amigo, te extraño.