domingo, 11 de marzo de 2012

Malas Influencias


Si quieres verte delgado, rodeate de gente gorda (Garfield, un gato adorable)
De pequeño siempre me he interesado por ver algunas series sobre magia y héroes, no telenovelas, porqué mi tío me las prohibía y me mandaba a dormir; tampoco programas de entretenimiento al estilo peruano, porque me resultaban grotescos, cada vez que los observaba escupían un cúmulo de palabras que no entendía y que luego descubrí que eran comunes entre todos los de mi especie, las groserías o palabras de calle. Lo único interesante entre esos programas eran los cantantes juveniles, que estaban de moda, que movían la entrepierna de una manera espectacular, pero nada más. Entonces durante mi infancia siempre me entretuve viendo Xena, la princesa guerrera; y Charmed, tres brujas con su Libro de las sombras. Había otras pero ahora no las recuerdo.
Cada una de esas series dejó una huella en lo tendría que pensar después. Xena es la historia de la guerrera que se arrepiente de todos los crímenes pasados y quiere regresar a casa. Conoce a Gabriel, quien es en realidad el personaje más importante, en un momento adecuado y junto a ella empieza a reivindicarse. Gabriel, supo desde siempre que no había nacido para casarse y tener familia e hijos, sabía que era más débil que su hermana pero quería ser guerrera, decide ir tras Xena, a cumplir su destino. Quizá si ahora he podido emprender algunas pequeñas cosas es porque entendí que no he nacido para trabajar, tener dinero y familia; entiendo que mi destino no es el que quieren todos, yo quiero ser escritor y trascender, busco la inmortalidad; no obstante, los índices de desaprobación y rechazo son más altos que los de aprobación. Gabriel me enseñó que llegado el momento debo lanzarme y seguir a mi héroe. La personalidades de ambas eran distintas y complementarias, mientras Xena derrotó al cíclope usando un arma (el chacra, lo pediré como regalo de cumpleaños) Gabriel lo hizo usando la astucia, mediante palabras. Conocí el poder de la palabra, luego se aprende a pelear. Finalmente Xena muere, porque debemos pagar los pecados del pasado,  y Gabriel sobrevive, con astucia y con fuerza aprendida. Debemos ser inteligentes y  si notamos que no podemos trascender tal como lo hemos pensado, por lo menos debemos ayudar a nuestros amigos y enemigos a conseguirlo.
Charmed, me recordaba que los humanos somos seres incompletos, que siempre necesitamos más cosas de las que Dios nos dio. Las tres brujas, cuyos poderes eran la telequinesis, el de congelar el tiempo (no conozco la palabra adecuada) y el de la premonición me mostraron que el mundo no es todo lo que observamos, o no es todo lo que la gente cree o nos hace creer, que en el mundo siempre hay cosas más interesantes. Si bien no puedo hacer nada de aquello, he aprendido a mostrarle al mundo que tengo un punto de vista distinto, que puedo ser más torpe que los torpes, que todo aquello es una decisión personal, una contribución a las próximas generaciones, a los que pronto se cansaran de lo cuadriculado. Ver a las brujas me ha hecho pensar que las ideas son más importantes que las personas y la realidad que observamos, que uno sólo no puede conseguir un sueño, que se necesita el poder de las tres, que una máscara no basta y que es preciso y necesario convencer a la humanidad para que se ponga nuestra máscara; luego caminaremos juntos hacia palacio, donde la máscara será eterna y sobrevivirá a los bichos que nos descompondrán. Quizá el gusto por la magia lo aprendí de mi abuela, que acudía a todo de tipo de brujos y magos, conectados con Dios o con el diablo. Ahora entiendo que los brujos son unos cabrones mata palomas.
No solo fueron series. También lo fueron cantantes. De los juveniles sólo observaba lo que me interesaba, pero hay otros particularmente interesantes, en el orden que los conocí y a los que recuerdo (no olviden que últimamente tengo mala memoria): Mozart, Juan Gabriel, Shakira, Ricardo Arjona, Alejandra Guzmán, Gloria Trevi, Lady Gaga y Calle 13. Todos ellos con algo que dejan y no se olvida. A Mozart lo conocí porque en la época en la que era niño, la gente escuchaba salsa, merengue y tecno cumbia, todo intolerable para los oídos; la gente escucha cojudeces: a gente que sufre por amor, letras de desprecio, letras románticas. Tirado en el piso de la oficina pensé que es mejor escuchar canciones sin letra. Aprendí  que muchas veces es mejor y más saludable oír a los instrumentos y no a las personas. Si las personas, en el Perú, no hubiesen existido, o nunca hubiesen aprendido a cantar, quizá tendríamos un país menos jodido, menos bruto y menos cuadriculado.
Mi madre era una asidua consumidora de la música de Juan Gabriel, de sus quince mejores baladas. Para cuando yo lo escuchaba, ya empezaba a entender que los problemas de amor de los que hablaban las cumbias irían conmigo, pero con un ligero cambio, yo me interesaría por hombres y no por mujeres. Considero un gran logro haberlo descubierto a temprana edad. Juan Gabriel me enseñó que se podía ser homosexual y ser exitoso; y que mi sexualidad tenía que ser menos que mi personalidad y que la capacidad que tendría para hacer lo, que según la estupidez, me saldría mejor. Lo he conseguido, he sobrevivido y nunca he sido atacado por las injurias contra los homosexuales, como sí ha ocurrido con las personas que conocí y luego  se sumieron en la depresión y ahora son los gays afeminados, orgullosos  de su condición, sin otra habilidad que la de dejarse penetrar por uno de los que son bien machitos y se tiran a todas las jermas después de embriagarse. Más tarde todo fue más claro, descubrí que se puede ser conquistador del mundo y ser homosexual, que se puede ser poeta y ser homosexual, con Alejandro Magno y Shakespeare. Que la homosexualidad existe desde los inicios de la historia y es una cuestión cultural más que una enfermedad social.

Shakira es un caso especial. Escuchaba su primera canción y luego la cantábamos a la hora del recreo con Bertha y Cecilia. Nunca note nada interesante en ella, sino hasta ahora que comprendo que el éxito es una carrera que se inicia cuando empezamos hablando sobre lo peor de nosotros para luego no decepcionar, porque cuando hablamos bien siempre exageramos; y termina con una estrella en el paseo de la fama. Después de todo cuando se es exitoso, la humanidad nos tolera todo, el que seamos lobas o locas, en el caso de Shakira y en mi caso prefiero no saberlo.
A Arjona me lo presentó Anderson, uno de mis últimos amigos íntimos, a quien no olvidare por las razones que creo haber narrado en algún momento. La primera canción que escuché fue Historia de un taxi, luego descubrí que Arjona era más que un tipo hablando de sexo y mujeres, que él era el filósofo que yo quería ser. Es uno de aquellos que  tiene claro que es lo quiere y a quien no le  importa el qué dirán los demás. Me enseñó que no somos los artistas los que debemos acoplarnos a los demás, que son los otros los que deben adaptarse a los genios. Que las canción son más que problemas de amor, al estilo peruano, marginal; y me ha planteado un dilema moral: que debo elegir entre se político o escritor. Yo, que debo superar a mis antepasados he decidido ser ambas cosas.
Alejandra Guzmán es la mujer con la que yo me hubiese casado. No es tipo de mujeres femeninas y delicadas que esperan de la compasión de los hombres. Ya he mencionado que una de las principales razones por la que he decidido ser homosexual es porque la idea de mujer y las mujeres que se han formado son anticuadas, ridículas y repugnantes. Alejandra es aquella mujer poderosa con la que me quiero casar, la mujer de cuarenta y tantos años que aún se desnuda y tiene éxito, porque cuando uno sabe que lo quiere, lo que le gusta y lo que hace mejor siempre se tiene éxito. Gloria Trevi y Lady Gaga están en la misma lista. A la primera no la escuche sino hasta hace poco. Lo normal siempre ha sido que los hombres se opongan a las reglas y otras imposiciones cuadriculadas; ella ha demostrado que las mujeres también pueden caminar con el pelo suelto y con los zapatos rotos en una sociedad en la que todos quieren arreglarse y vestirse bien. Es un ejemplo de como la extravagancia puede resultar útil en el camino hacia la inmortalidad. Cuando estoy a punto de desfallecer y quiero ser normal, y quiero que todos me tengan confianza, que me consideren un buen amigo y una buena influencia, una oveja más del rebaño, la recuerdo y escucho sus canciones y las de Lady Gaga y estoy nuevamente listo para seguir caminado al lado de mi héroe, en la búsqueda de mis sueños.
Lo que la mayoría busca es que la gente hable bien de nosotros, todos quieren ser reconocidos como buenos, como un referente a seguir. Pero estamos jodidos, vivimos en una sociedad bruta, porque nuestros antepasados fueron brutos y si no lo fueron, no tuvieron la suficiente gallardía de cumplir su destino. No se puede ser mejor tratando de ser como los otros,  haciendo lo que los otros quieren que hagamos; lo que se debe hacer, es ser lo que nuestra imaginación manda, lo que los  otros no quieren que seamos, porque afeamos la sociedad tan hermosa que ellos quieren ver. Lady Gaga, es algo repugnante para muchos, una mala influencia, un caso de éxito  del que todos hablan. Yo me siento halagado cuando mis enemigos gastan el tiempo pensando en mí, mientras duermo o leo o escribo, es una medida de lo exitosos que somos.
Llegado a este punto a nadie debe extrañar  mis gustos por los personajes que tratan de escapar de los patrones culturales establecidos, por ello no debería ser extraño que escuche a Calle 13. No es importante lo que nos dicen o aconsejan los profesores de moral, los ancianos que jodieron el Perú, lo importante es lo que dicen los que gobernaran después. Cuando se hace algo es preciso asegurarse de que entren los que quieran; porque  la música, la literatura y todo lo que hacemos es libre y para los que quieren. Calle 13 critica las costumbres actuales desde las emisoras tradicionales y conservadoras: Tenemos que ingresar a palacio y explotar desde adentro.
 Las influencias no son sólo musicales, sino también de algunos intelectuales y de algunos intelectuales sin inteligencia. Hay una pequeña fauna en peligro extinción, nombraré sólo a dos, los que me interesan ahora. Martha Hildebrant y Jaime Bayly. La intelectual y el intelectual sin inteligencia.  Ella me enseñó  que decir lo que se piensa es una de las virtudes más raras que existe y que aún con ello no basta, siempre es preciso jactarse de lo que se hace, porque los no se atreven nos necesitan como héroes, como un parche para su cobardía. Porque ellos siguen pensando en el qué dirán los demás y nunca podrán ser más que los demás. Y de él he aprendido más cosas de las que imagino, no quiero ser como él, ni como nadie, pero creo que si no lo hubiese conocido  no tendría ese impulso que me reaviva día tras día. Como es mucho el aporte y ya estoy cansado de tratar de pensar o filosofar, porque ya no lo hago desde hace mucho, por el gasto de energía y porque nadie lee los pensamientos y prefieren el morbo, sólo mencionaré dos cosas: Bayly es necesario porque en una sociedad donde la gente no lee o no sabe leer, no es conveniente mandar a leer a alguien un libro del genio Vargas Llosa, es mejor sugerirle una lectura light, un libro de Bayly, con morbo y agilidad. El mundo camina hacia el liberalismo, debemos despojarnos de las costumbres anticuadas y bajarnos los pantalones cuando sea requerido.
Si he llegado a mencionar algunos aspectos de las personas que en cierto modo me han influenciado es porque hay una idea que ronda por mi cabeza desde hace algún tiempo: Hasta cierto periodo de mi vida he sido admirado. La gente compraba y leía los libros que yo usaba como referencia, la gente copiaba mi estilo de exposición, cambiaba cuando yo los cambiaba; la gente admiraba el éxito en los exámenes, la capacidad de retención. Me admiraban y querían ser como yo y mis amigos. Yo nunca lo supe, hasta que un compañero se convirtió en mi amigo y empezó a contarme como aquel bicho raro que creía ser odiado era más bien un punto de referencia. Un tiempo después de que empezase con la perversa idea de querer ser escritor, el mismo amigo me dijo: Ahora eres una mala influencia. Siempre es complicado cuando un amigo y futuro primer ministro nos dice algo como aquello. Otro amigo me acusó de haber convertido una imagen virginal y celestial, en un ser que genera olores repugnantes. Mi vida ha cambiado, la gente me ve con repugnancia, ya no quiere ser como yo y ese no es problema, el problema es que ahora estoy mejor que antes y todos me reconocen como peor ¿Acaso estoy equivocado?  Yo estoy seguro de que todos estamos equivocados si somos analizados por una silueta externa a nosotros, porque todos buscamos cosas distintas y seguimos caminos distintos. ¡Dejemos de creer en el mito de que todos somos iguales! Pero quizá esté equivocado también en esto. Sea cual fuese el escenario siempre es preciso creer en algo, yo ya tengo en que creer.

2 comentarios:

  1. No voy a decirte "cierto" o "tienes la razón" y con mayúsculas y minúsculas que creen mejorar la estética de la palabra... pero es "cierto", admiro tu "razón", ver tu pensamiento y el morbo que me provoca es algo curioso. Cuando dices que elegiste ser homosexual por tales razones, es decir, es muy perspicaz, no eres algo típico, ves más allá del generalismo y has comprendido a la perfección y por propios medios lo que es la sexualidad más allá de la floja idea de flojos mentales que se conforman con seguir pensando que no se elige, no se manipula, es estática y determinada por alguna química interna. Complejamente, tú ves y vas más allá.

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    1. Y no me quedan más palabras que las de agradecimiento. Es poco común que las personas lean y es menos común que comenten. Digamos que somos personas atípicas y es recomendable seguir en contacto.

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