Hoy es domingo. Hace algunos años
una amiga me dijo que lo que escribo se parece al diario de una chica, sólo que
con palabras más crueles, palabras que una chica nunca utilizaría. Yo pensé, no
lo dije por qué estábamos disfrutando de un momento risueño, que con esa
afirmación sólo hacía referencia a las chicas peruanas que no usan ninguna otra
palabra porque no leen o porque no se interesan por ningún otro oficio que el
de ser peruanas. Este domingo es particularmente interesante: No hay sol,
escucho buena música (un CD que grabé cuando era adolescente, en formato MP3),
he dormido hasta las doce del mediodía, mi madre hace cosas de madres, mi
hermano hace cosas de tenistas, el
celular no ha sonado porque no tengo ningún encuentro sexual pendiente y con
todo este conjunto de eventos fortuitos he decidido que sería buena idea
escribir. Escribir un texto parecido al diario de una chica, sólo que con palabras de un
chico que ha leído algo, que no le gusta salir de compras, que no le agrada
arreglarse y que lo más parecido que tiene con las chicas es que le agrada
estar limpio y le gustan los chicos,
pero sólo eso, porque la idea de ser chica causa una sensación repugnante,
imposible de digerir. Una sensación o grito parecido al de las chicas después
de ver una rata, una cucaracha o cualquier otro habitante de suelos peruanos.
Después de haber decido que es un
domingo agradable, que es bueno escribir, que lo escrito debe ser alguna
experiencia parecida a las que hay en los diarios de las chicas, me pregunto:
¿Sobre qué sería bueno escribir? No se me ocurre nada. Hace ya algún tiempo que
no escribo nada interesante, quiero decir que lo que escribo no se lee tanto
como lo que escribía antes, que nunca es mucho pero siempre resulta siendo
algo. Me han sugerido que escriba cosas distintas a lo homosexual, que sorprenda
a los lectores, que ya no haga que todas las historias terminen en sexo (¿Acaso
todo no siempre termina en sexo?), y sigo pensando: hay muchas historias a
medio empezar, pienso que sería bueno presentar alguna de mis historias al
diario Hildebrant en sus 13, pienso
que sería bueno que me deje de cojudeces y de una buena vez publique una novela
y una serie de textos que me hagan famoso, pienso que debo enviarle la historia
en dos estilos, en dos formatos, en dos sexualidades, pero en contextos
parecidos a un buen amigo que supongo prefiere no ser nombrado ni completo ni
en iniciales. Y realmente no se me ocurre nada.
Sigue siendo un domingo
agradable, leo el correo y un mensaje me confirma que hoy no saldré de casa, me
pongo a observar las redes sociales, mientras pienso sobre qué debo escribir,
agrego a algunos chicos con buenas fotos, comento algunas cosas que me parecen
o muy inteligentes o muy torpes, los extremos siempre son agradables. Me habla
un contacto, que odia a Mario Vargas Llosa, y me viene a la mente que sería
buena idea tener como pareja a un tipo agradable e inteligente. Con el tipo
podría ponerme a filosofar para luego escribir, porque los tipos agradables con
los que se puede filosofar ya no existen, salvo él, pero realmente lo prefiero
en una relación sexual, sólo una, pero ya sabemos que todo ello es utopía. Veo el
estado de un amigo que hace dos días estuvo con un tal… (No recuerdo el
nombre), ayer estuvo con otro tipo y ahora me pide que comente su nueva
relación. Pienso que no hay vida ni persona más agradable como él y sus
relaciones. Comento y es un comentario sincero porque siempre me ha agrado
verlo en pareja con su pareja, la de hoy. Pienso que probablemente hoy puedo
hablar con los peruanos, por chat, y busco personas interesantes.
A la mayoría de las personas con
las que hablo no las conozco personalmente y a los que conozco personalmente no
les hablo y no me hablan. Sin duda las personas son más agradables a distancia
que en persona. Busco y me pongo a analizar entre los conectados, para ver a
quien le hablaré, hoy domingo, sin sol. Encuentro a Sebastián, pero no le puedo
hablar porque quiero una plática más o menos larga, y con él todo termina con
la promesa de una relación sexual que nunca llega, desde hace varios años,
cuando lo conocí. Busco a Geral, pero no está. Geral me resulta particularmente
interesante porque es un tipo que está a unos pasos de la posición en la que me
siento a analizar datos y observar y a pensar tratando de que las cosas se
hagan solas y mejor, porque siempre es bueno
que cada cosa se haga sola, los humanos deben dedicarse a hacer cosas más
dignificantes, más acorde con su naturaleza, por ejemplo dormir y tener
relaciones sexuales, o lo que es mejor: Tener relaciones sexuales y luego
dormir. Con Geral hablamos frecuénteme por el chat, me ha dicho que vive en San
Luis o El Agustino (no lo recuerdo y no creo que sea preciso recordarlo porque
no hay nada que me dé la certeza de que sea verdad), no muestra su rostro por discreción
(eso lo supongo), no quiere conocerme porque no se mete con nadie de su
trabajo, es delgado (y sospecho que con baja autoestima) y tiene agregados en
su cuenta de Facebook a muchos individuos, cuyos amigos se cruzan a diario por
donde camino. Pienso que es un milagro vivir en Lima y al lado de tantos
homosexuales o de gente que Geral cree que son homosexuales: En esta ciudad lo
extraño es ser heterosexual.
Como no hay nadie interesante, me
pongo a navegar y a dar toques a personas cuyas fotos me resultan interesantes,
pero que probablemente no sean ellos, porque en esta época todos quieren ser el
otro, otra cosa, otro animal, pero menos ellos, porque eso es una vergüenza. Todos
compran la ropa que usan otros, todos quieren ir a los lugares que a los que otros
fueron, todos quieren tomarse las fotos que otros se tomaron y todos quieren al
novio del otro, yo sólo comparto esto último. Hay algunos que me regresan los
toques y me agregan o yo agrego, luego empieza la plática rutinaria de dos
tipos que recién se conocen, con las mismas preguntas, con las mismas
respuestas que ya me sé de memoria y finamente no nos decimos adiós y hasta
nunca, porque son extraños estos momentos en los que decido que es buena idea
hablar con alguien. Otros quieren concretar una relación sexual con un tipo
decidido y que sepa lo que quiere, cojudeces, es increíble que en esta época
las personas sigan hablando de ese tipo de cosas: Cabrón reconoce que por más decidido que se sea nadie se acostará
contigo. Es increíble que haya personas que siendo condenadamente feas
quieran tener relaciones sexuales. Yo he aceptado mi condición y ya me jubilado
de tal oficio y prefiero que todos los domingos sean como este, sin sol y
llenos del gran placer que solo nos regala nuestra cama.
El domingo pronto acabará y sigo
pensando que sería buena idea escribir, que sería bueno empezar a ser un
escritor famoso, pero sigo sin saber sobre qué escribiré, sigo buscando en mi
mente la historia que dará la estocada final, sigo observando los estados, hablando
con tipos con fotos bonitas, con tipos que muestran su foto después de tanta
insistencia y luego ya no dan ganas de seguir hablando, con tipos que me
inducen a las relaciones sexuales, con tipos que quieren que me muestre por cámara,
sigo pensando que tal o cual historia es genial y será la mejor. Pienso en
tantas cosas y de tanto pensar concluyo que la mejor forma de pensar es tirándome
a la cama con algunos libros al costado
(pos si acaso), con buena música, y esperar a que se me ocurra algo, a esperar
que llegue el momento indicado para presidente y un buen escritor ¿Quién llegará
con la buena noticia? No lo sé. Probablemente, si me quedo dormido, todo será
realidad.
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