miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Y pensaron que ser haragán era malo?

Cepillé el terno que me regaló mi padre el día que cumplí dieciocho años, color azul noche (y las noche no suelen ser azules sino melancólicas, vacías, grandes agujeros negros invadiendo la corteza cerebral; un nombre, una foto tragándose todo lo que podemos ser o tener y sumiéndonos en la nada), planché la camisa Baronet que compró mi madre unos años atrás, me probé tres corbatas (una azul, una fucsia y otra algo dorada) y elegí la dorada. Lustré los zapatos, me duché, preparé mi desayuno (un vaso de leche con una tostada y un vaso de jugo artificial, con gajitos de naranja) y me vestí de traje y corbata como los personajes de Conversación en La catedral. No es la primera vez, pero hoy es especial: Las entrevistas ya no serán con Elefanzón, un psicólogo con cara de cojudo creyéndose listo, como Carlín; ni con Diarreazarbe, un enanito lujurioso que posa de intelectual mientras le observa el trasero a sus acompañantes; ni mucho menos con Ana, que camina moviendo su enorme trasero mientras un grupo de postulantes tímidos la siguen, como en procesión, como a una especie de divinidad o inteligencia superior que determinará si los desecha o los acoge para formar parte de aquel mundo en el que todos los sueños mueren y sólo queda la resignación de ser un zombi orgulloso de ser buen empleado, de recibir órdenes. Ya no habrían más exámenes, ni dibujos, no llenado de hoja de datos, ya no tanta cojudez. Ya me he aburrido de resolver lo mismo, incontables veces.  Ahora me he tomado cierto tiempo para arreglarme, estoy  en la última etapa, pronto estaré en el edificio, al lado de los realmente importantes, no con personalidades esperpénticas: Los gerentes y el presidente, yo.
Si se revisa el historial de postulaciones a las que me he presentado, probablemente se lleven toda una vida en contarlas. En todas he sido llamado y todas las he perdido, como Lourdes. Siempre me han ganado algunas personalidades, hampones cuyo mérito más grande es ser personas de confianza de los jefes de área y que tienen experiencia en  puestos similares y ahora quieren el cargo oficialmente. Algunos que tienen hijos, otros que quieren superarse y crecer profesionalmente, pero aparte de todo aquel discurso barato y artificial, mundano y vergonzoso, todos tienen en común el que se han propuesto la noble tarea de sacarle los piojos a sus jefes, que no saben un carajo sobre administración, ni sobre manejo de herramientas tecnológicas, sólo saben congeniar con tipos de aspecto delincuencial que esperan que la máquina piense, que desconectan y reconectan la máquina pensando que el procesador evolucionara después de aquel truco de magia, o que simplemente  registran el correo electrónico con domino  @hotmiel o @yimail. Todos ellos ganan, siempre resultan siendo mejores que yo, y por supuesto no estoy dispuesto a buscarle los piojos a nadie, ni a ponerle miel a los correos electrónicos, a lo único que estoy dispuesto es a tener una relación sexual. Como lo han dicho los profesores más respetables de la irrespetuosa universidad en la que estudio, como siempre irreverente. Me encanta, me jacto de ello, lo aprendí de Martha, acusa de déspota y amada por mí.

Ganzin, biólogo de profesión, egresado de la universidad nacional de Lambayeque. Con estudios en México, pero sin título, porque según me han contado  los títulos los entregarán el día que Perú clasifique al mundial, a nombre del imperio del imperio de los locos, cuyo gobernante vitalicio será el Filósofo de los Ingenios. Me llamó una mañana, mientras dormía tranquilamente, casi desnudo, abrazando el peluche que mi sobrina dejó la tarde anterior.

  • Jugador, la tía que para bien pintada me ha preguntado si  conozco a alguien de sistemas que sepa SQL, le he sugerido tu nombre, ¿Sabes SQL?
  • No sé un carajo sobre nada, pienso. No hay problema, dale mis datos, le dije.
  • Entonces ella te va a llamar para que des un examen.
  • Gracias Ganzin, te lo pagaré con un ministerio para cuando sea presidente, digo.


Los procesos de selección de personal suelen ser demasiado protocolares y finalmente cuando – los seleccionados – llegan  a dar el examen no saben nada y todo se fue al carajo. Caminaba junto a la tía pintarrajeada, al mismo ritmo, luego retrocedí un poco y observé que a pesar de sus treinta y tantos años aún conservaba una silueta genial, un trasero espectacular tanto como el de The Vicho.

  • Hemos mandado a cuatro personas a Juan de Arona pero todos han sido choteados, no pasaron el examen de SQL, me dice mientras caminamos por la plataforma número dos. ¿Sabes SQL?
  • Sí lo he aprendido en la universidad, digo. El profesor de Base de Datos, con doctorado y muchos reconocimientos, es uno de los más aburridos que la humanidad ha podido conocer, durante sus clases de SQL, me quedaba dormido y no aprendí un carajo de nada. 

Con lentes gigantes, del tamaño de una barriga, de las barrigas que son consideradas barrigas. Profesor de la UNI, expositor internacional y uno de los mejores en cuanto a conocimientos de SQL, ingresaba al salón con caminar pausado, casi muerto, cansado de vivir o de enseñar o pensando ¿Qué hago con este grupo de trogloditas?  Desde aquel instante – en que entraba el zombi – alistaba mis brazos sobre la silla y procedía a dormir, hasta la hora del break. Luego ingresábamos al laboratorio, descargábamos Ultrasurft para navegar con comodidad por el Facebook ¿Los trabajos del día? Los compartimos en red, los presentamos, nos sacamos veinte. Son geniales los trabajos de laboratorio. ¿Los exámenes? Los exámenes de los ciclos pasados circulan por todos los correos, y yo leo un poco y, ya sé todo lo que enseñaron en las cuatro semanas. De ese modo se aprueban los cursos en la universidad, se aprende más que teoría, se aprende a vivir ¡Para eso sirve la universidad!

  • Para evitarnos todo el protocolo de las convocatorias de personal, voy a pedir que te tomen el examen y si lo pasas te mandamos a Juan de Arona para que te evalúe mi jefe. El trabajo es de lunes a viernes y el pago no es nada despreciable, me dijo mientras caminaba orgullosa de su silueta.
  • No hay problema. Desarrollaré el examen.


Todo fue sencillo. Create table, insert, update, delete, select … from … where … group by. El compañero de al lado me platicaba sobre el trabajo que realizaban.

  • Aló
  • Hola Adriano, te llamo para informarte que fuiste el que mejor dio el examen. Los chicos te van a llamar para indicarte el día que irás a Juan de Arona.
  • Muchas Gracias, estaré esperando.


Terribles decepciones. Las cosas siempre me van mal ¿Por qué debían ir bien ahora? Nunca llamarán. No debo esperar nada de nadie: ni un correo, ni una llamada, ni la presencia de Nicolás. Nada de nada. Pesimismo, las placas pares e impares de los autos, la predestinación como en Edipo rey, La Ilíada o La odisea. Todo se fue al carajo desde que empecé a pensar que las cosas dependían de la paridad de los números, de algún reloj o de las placas. Más pesimismo, más jodido, una bola de caca como lo que predico. Una vida coherente.

  • Una vez vino un pata con short y no lo mandamos.
  • Entiendo. Mañana estaré aquí a las nueve.


Feliz, si las cosas fueron mal cuando pensé que irían mal, entonces ahora debería ser distinto. Odio el terno, pero hoy, sólo hoy, debo amarlo. Debo controlar la temperatura corporal para no sudar y apestar. Debo sonreír a pesar del estrés que me causa el nudo de la corbata dorada. El terno azul noche, me destroza la piel. Debo ser positivo, porque si no Nicolás me dará otra bofetada.

  • Conoces el prostíbulo en donde van los hombres de saco y corbata, los congresistas.
  • No, río algo tímido.
  • ¡Qué buena referencia le das!
  • Bajas cerca al edificio de Interbank. Un papel, la dirección, dos nombres, un teléfono celular. Te recibirán y darás el examen final. Anda tranquilo nomás y seguro de lo que dirás. Suerte. Un tipo simpático se despidió.


Todo fue distinto. Un cambio de actitud lo cambia todo.  Cuarenta y cinco minutos de viaje. Una pregunta ¿Dónde debo bajar para ir a Juan de Arona cuadra 7?

  • Baja en Rivera Navarrete, caminas dos cuadras y volteas a la derecha. Una señora en los asientos de adelante.
  • Yo voy por allí, si deseas te acompaño para que no vayas solo. Un señor como de cuarenta años.


Bajamos, la señora del asiento de adelante, el señor de cuarenta años y yo, sudando y tratando de pensar que hoy será distinto. ¡Ya es distinto! Ya no camino tras una mujer con gran trasero, ya no más preguntas ridículas. Cuando sienta una ira colosal, no escribiré Diente del Parnaso, como Del Valle y Caviedes, sino más bien Trasero del rechazo, una crítica contra los psicólogos, los que me rechazaron durante toda esta travesía, los comunes, los que pensamos que son mucho pero probablemente son menos que todos mis lectores. La señora camina junto a mí, me platica acerca de la iglesia Emmanuel, fachada de iglesia, prostíbulo por dentro.

  • Eso no es una iglesia, allí van las vedettes, las que salen en la televisión y en las revistas. Los congresistas y diplomáticos pagan por ellas. Esa no es la casa de Dios, es la casa del diablo, se ríe. Esta señora es una cornucopia, pienso.


Volteó.

  • Camina una cuadra y volteas a la derecha. Yo voy a la SUNAT. Suerte.
  • Muchas gracias, un beso, reivindicándome por aquel beso no logrado, en el Hotel El Plaza al costado del Bolívar, en la Plaza San Martín, donde varios contactos de Facebook se prostituyen noche tras noche y luego viajan, se compran buena ropa y la lucen las fotos tomadas con la ropa y los lugares más agradables, más que ellos.


El día anterior estuve con GB, en el malecón Balta, fumamos KEN HD, recordamos a Bayly y a la calle chel, y no pude visitarla. Se suponía que ya no habría oportunidad, pero la hubo al día siguiente. Bajé del metropolitano, estación Jirón de La Unión, recordando a Bayly (nuevamente) y sabiendo que la gente debe movilizar su ano, caminé hacia la Plaza San Martín, gigolós, un miembro de serenazgo.

  • Buenas noches, ¿Hacia dónde queda el Hotel El Plaza?
  • No conozco, pero llamaré a un colega. Siempre resulta conveniente tener un RPC, todos los miembros de serenazgo lo tienen, una red interesante, algunas relaciones sexuales.


Al costado del Hotel Bolívar, por la calle… a tantos metros… gracias.
Un señor gordo viendo televisión peruana. Y allí bajaba ella, igual a las fotos. Cambiamos de asiento. Un sillón frente a un elefante y una pileta (espantosos para ella). Un chico que salía, bastante agradable. Ella mirando y deseando al hermano de su amiga. Ambos pensando en un respectivo hombre, hablando, yo tímido, ella con su agua, la ex de Berar, otra chica, hija de La doctora. Una caminata por el jirón de la unión, pirañas mirando, ella dentro de un grupo de hampones, muerta de frío, casi atropellada ¡Que falta de caballerosidad!
Una pollería de pacotilla. Hubiese querido ir a Boulevard del Jockey Plaza. Nuggets, los últimos en salir por la puerta chiquita y sucia, siguiendo el letrero Salida. Y allí ocurrió. Nuevamente frente al elefante, que nos daba el trasero, tan amplio como el de la psicóloga y La doctora entregándome la mejilla para que me tome la molestia de saludarla, yo estático. ¡Qué mal educado eres! ¡Qué vergüenza! Vergüenza mutua y esta vez no permitiría que pase lo mismo, me despedí como se debía, con un beso, la señora continúo hacia la SUNAT y tipo del carro, detrás de mí acompañándome como lo prometió. La despedida fue en la puerta del hotel, un roce de labios, la una de la madrugada, sólo seguirán las llamadas rutinarias.

  • ¿Vas a una entrevista?
  • Sí, es la última etapa.
  • Anda tranquilo nomás, como le dije a mis hijos cuando postularon a la universidad: Vayan tranquilos, confíen en lo que saben y no piensen en los demás. Voy de frente, es el edificio que está a la izquierda. Suerte.
  • Gracias, un apretón de manos. Yo feliz. Pensamientos distintos, un día distinto. Podré estar con la prenda más asquerosa del mundo pero realmente estoy desnudo, en Europa, con un clima templado, con niebla, como los que me  agradan, a pesar de los 30° por los que bordea la capital peruana. 

Entregó mi DNI. Me están esperando. Un fotocheck de visita, quinto piso. Subo el ascensor, y me recibe una especie de cárcel con dos puertas a los costados. Me acerco coloque la tarjeta y luego empuje. Obedezco y se abre el olimpo. Muchas cabezas trabajando ¿A quién pregunto? Recorrí gran parte del piso y finalmente allí estaban.
Éramos dos postulantes, el resto había sido choteado (me lo dijo la tía pintarrajeada). La chica llegó minutos después, yo esperaba en una oficina. Luego llegaron los exámenes, cada uno con nuestros nombres, ya no más esos exámenes donde debía colocar todos mis datos. Llené mi edad y algunas preguntas ¿Qué programas conoces? ¿Por qué quieres trabajar con nosotros? ¿Cómo te visualizas dentro de cinco años? ¿Qué haces en tus ratos libres? y ¿Qué quieres estudiar? Nos separaron, ella en una Laptop; yo, en una de escritorio. Me explicaron el examen como a bebe y a ella (según me contó después) con cierto desgano. Resolví la mitad y luego charlamos con los dos (Un hombre y una mujer)

  • Ambos con la misma edad, con los mismos conocimientos ¿Se han puesto de acuerdo?… Risas… Es una gran oportunidad que trabajen con nosotros porque… El trabajo es pesado pero lo manejan ustedes, pueden llegar tarde si desean, lo único que se les pide es que sean puntuales en las reuniones. La mujer hablaba, jovial, con lentes, sentía que me tenía cierto aprecio.
  • ¿Qué problemas han notado en el área donde se encuentran? ¿Cuál es el mayor problema que han afrontado? ¿Qué proponen automatizar? ¿En qué programa lo implementarían? Eso es todo, nos pondremos en contacto con ustedes.


Un apretón de manos. Un beso en la mejilla. La tarjeta para abrir la puerta, el ascensor, recoger el DNI. Casi le arrancan la cabeza a la chica (olvidó quitarse el fotocheck del cuello)

  • Voy a Miraflores. Debo tomar carro en la Arequipa.
  • Te acompaño, no tengo mucho que hacer.


Creo que lo hiciste mejor que yo, se te notaba tranquila. Creo que lo hiciste mejor que yo, se notaba que tenías muchas ideas, hablabas bien y sentía las ganas que tenías de quedarte en ese puesto. En la Arequipa, en la acera de Essalud.

  • Me das tu correo para estar en contacto, le digo.
  • Nos volveremos a ver, allí hablamos.
  • Perfecto. Otro beso y de regreso a casa.


Nunca antes había hablado con tantas personas en un solo día. Me sentía bien. Me saqué la corbata y Oasis en la radio, el cobrador bastante bueno, como el barman del Valetodo. Cerré los ojos y esperé llegar a casa.  Llamadas ¿Cómo te fue? Regular. Respuestas pesimistas, si tan sólo hubiese estudiado  más, nuevamente optimismo, nunca llegará la llamada, inestabilidad total, placas de carro, yo formo mi futuro no los números. Finalmente ocurrió:

  • Has pasado la entrevista, tienes el puesto. Mañana te presentas a las nueve con …


Tres llamadas con la noticia. Es increíble, entre tanto descerebrado he sido el menos malo. Me tiro a la cama, miro a mi sobrina dormir. Espero que sea mañana. ¿Qué pasará después? No lo sé, un cambió de actitud y más confianza y la presidencia será mía ¡Nos vemos en palacio! ¡Prepárense! 

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