domingo, 5 de febrero de 2012

La Sagrada Familia


  •  Vamos a jugar billar, me dice mi hermano menor. Él es más alto que yo, más fuerte y le agrada la vida en familia. Lo aprendió de sus abuelos.
  •    No quiero, ponte a jugar sólo, le respondo. Yo soy así, prefiero estar sólo y si tengo que jugar algo juego solitario, Age of empires III o Plants vs zombies contra el ordenador. Hasta donde tengo entendido una gallina o cualquier ave aún no tiene la capacidad de competir contra mí, en un juego.
Mi hermano insiste en que juguemos, siempre lo ha hecho y mi respuesta siempre ha sido la misma. No me molestes, juega solo, recuerda que mañana puedo estar muerto, disfruta de la soledad. Nuevamente insiste. Mi hermano es una persona de las que se puede llamar buenas, él daría la vida por algún familiar. Tiene carácter fuerte, es algo salvaje en sus juegos, puede a veces resultar un poco torpe, pero no lo es, se da cuenta de todo. Sabe lo que quiere. Para mí  puede ser muchas cosas malas pero dejémonos de mentiras: Mi hermano es mejor que yo y en el momento crucial daría su vida por mí, sacrificaría el futuro (no piensa en cojudeces, pero es un modo de explicarlo)  por proveer de algún bienestar a su familia. Por tener una familia mejor. Él es Abel, es mi hermano (que no lee lo que escribo, porque dejemos de cojudeces los maricas escriben y los hombres son fuertes y da un golpe en la pared y yo soy un gran marica, él lo sabe: vuélvete hombre, compórtate como los hombres ¿Dónde carajo están los hombres?) y yo no soy el hermano que espera, pero me quiere y alguna vez fue claro si tú te mueres toda mi vida se vuelve mierda. La vida es mierda, mierda pura y puedo dar fe de ello porque existo, porque si la vida fuese buena yo no existiría, y en mi reemplazo existiría un buen hermano, un buen hijo, un buen amigo, un bueno todo. Insiste y soy rotundo no molestes carajo. La furia lo invade, no sé si se entristece, pero la vida trascurre de ese modo.

Si hay algo que debemos hacer el día de hoy, ya que no sabemos qué pasará mañana. Porque lo han dicho Steve, Bayly y otros personajes que no conoceré jamás. Porque soy un haragán. Ese algo tiene que ser decir la verdad, ser sinceros con quienes nos rodean y decirles Me jode la vida en familia, no quiero estar con ustedes, no me interesan y ya estoy preparado para cuando mueran. Dedíquense a hacer sus cosas y yo las mías. Yo amo a todos ellos y me siento mal, realmente mal cuando desperdicio el tiempo durmiendo o pensando o escribiendo y los olvido por 23 años, que es la edad que tengo. Me siento realmente mal y creo que ese es el precio que tengo que pagar, pero insisto en estar solo, me siento mejor así. Ellos han podido vivir felices teniéndome lejos y yo he sido feliz viéndolos vivir la vida ordinaria que todos llevan. Porque seamos claros: en mi familia no hay ningún escritor, ningún político; sólo ingenieros, médicos, mecánicos y personas que se dedican a hacer lo que hace todo mundo, carpe diem, que no digo que sea malo, porque finalmente cada persona debe hacer lo que mejor le parece.

Hoy estoy sentado como de costumbre en frente a la laptop, incómodo por el suceso pasado, con GB. Observo y trato de escribir y todos aquellos que se supone son mi familia llegan a observar la máquina o a mí. Suelen llamarle momento en familia. No jodan, quiero estar sólo. Quieren ver algunas fotos, algunos departamentos que están siendo construidos, mi hermano mayor (con quien también me he acostado, digo que trato de ser sincero) quiere comprar un auto y todos quieren algo, todos esperan algo de mí y creen que pueden contar conmigo. Se equivocan cabrones. De mala gana, todo de mala gana, el buscador está de mala gana, mi sobrina está de mala gana porque no le permito tocar las teclas, yo estoy de mala gana porque tengo a mi mamá comentando sobre la extremada gordura de mi madrastra, esposa de mi papá. Porque mi madre se observa y piensa que puede estar igual de gorda, porque el hijastro de mi hermano quiere que le enseñe a jugar ajedrez,  porque mi cuñada está segura que yo me acuesto con su esposo y cree que mi sobrina ya está lo suficientemente grande como para manejar un ordenador  y porque cree que ya deben comprarse un carro. Un montón de voces, gente feliz, una suma de tonterías que no me interesan, hasta que mis palabras, poderosas, más poderosas que yo y todo lo que puedo lograr, salen al mundo, nacen, un conjuro que acaba con la felicidad de la vida en familia y mi madre se va a dormir, mi hermano menor debe estar pensando en algo y debe haber formado una nueva concepción de mundo (no de acuerdo conmigo, debe pensar en cómo evitar que más mierda se vierta sobre la faz de la tierra que tan linda la creó Dios, al comienzo), mi cuñada y mi sobrina se van, me debe estar odiando, mi hermano mayor se queda un poco más, le ayudo con algunas cosas, sin ganas, él me entiende. Por lo bajo me concede un generoso favor y frota mi sexo y se va porque si no ella se va a poner furiosa y va a destrozar todo. Quedo solo y depresión, maldita depresión. Puedo ser mejor pero no me interesa. ¡Entiéndalo!

Abel tiene seis años menos que yo, aclaro que no sé cuántos años tiene porque que cojudo tiene la valentía de restar, ya sabemos que siempre es mejor dormir y masturbarse la mente, nació cuando yo tenía seis años y debió ser el único hijo de mi madre. Desde pequeño ha sido bueno, un santo, la madre Teresa de Calcuta. Lo he notado, ha sacrificado muchas cosas por mí, desde que no tenía conciencia. Ha hecho lo posible para pasar momentos agradables conmigo, ha hecho lo imposible. Ahora lloro. Ha vivido tres o cuatro años con sus abuelos, con sus tías, con sus primos. Él tiene una buena relación con todos ellos, juega con sus tías como si fuesen coetáneos, son cómplices, son los mejores amigos. Él baila, ellas bailan, él bromea, ellas bromean, él juega, ellas juegan. Él es amigo de mi madre, es amigo de su padre. Platican sobre todo. Él quiere ser actor y juega Tennis. La vida con sus abuelos, ha sido de las mejores, él lo recuerda así los Cubas son unidos, una gran familia. Nosotros no somos unidos, cada uno hace sus cosas y que nadie me joda, por favor. La  vida con sus abuelos, incluido los almuerzos y otros alimentos eran mejores. Es una costumbre antiquísima, en algunas familias, preparar en una misma jarra lo que se va a tomar como desayuno o como refresco en el almuerzo. Todos prueban el mismo nivel de azúcar, todos se sirven de un mismo recipiente. Costumbres incaicas, las mejores, dirían muchos. Yo me he encargado de enseñarle a mi hermano cada uno debe tomar lo que quiere y comer lo que quiere, no endulces lo que voy a tomar, sírvete la comida (también tienes manos), come sólo, cocina lo que quieres comer, haz tu vida y yo la mía. Nunca nos hemos sentado a la mesa juntos. Él  frente al televisor, mi madre platicando con él. Yo en la computadora esperando que todo este vacío para comer sólo. Por el amor de Dios, por lo menos hay que comer sin que nadie nos moleste. Él es Abel, el hermano al que amo mucho, nunca lo sabrá, y cree que todo tiempo pasado fue mejor y considérese que ni siquiera conoce a Fray Luis de León como decíamos ayer, antes que nos encarcelen. Hermano, discúlpame.

Mi madre quiso ser policía pero nací yo. Fue culpa de mi padre, yo jamás pedí nacer. Yo jamás pedí tener un cuerpo, ni una familia y si hay alguien que debe pagar mi vida es mi padre, aún me da propinas larga vida para mi padre. Mi madre no estudió nada pero es mejor que yo. Tiene más energía, mejor memoria, es más lista, tiene 38 años y es probablemente más joven que yo. Ella es feliz, es una mujer exitosa, no es policía pero por algo estoy vivo, puedo darme el lujo de sentarme a escribir tonterías, por algo mi hermano ha terminado la secundaria y se prepara para postular a La agraria. Mi madre es mi madre y es amiga de mis medio hermanos, entiende cómo funciona la vida en Perú, no reniega como yo, saluda a mis hermanos, se preocupa por ellos como si fuese la que los parió, habla con ellos, baila con ellos, se juega con ellos, es amiga de ellos, menos yo. Ella ha corrido toros, ha subido árboles, se ha escapado de la casa en más de una ocasión, su vida siempre será más que un pequeño escrito de tres hojas.

David tiene mi edad, unos meses menos, tiene un hijo, ha abortado otro, tiene tres mujeres, más dinero que yo y sabe cómo funciona el mundo de los negocios. Puede amar mucho a las mujeres y pudo haberme mandado a la mierda, tas huevón, el día que intenté darle un beso, pero a la hora de la verdad, cuando se supone que nadie estará a tu lado, él siempre está. Corriendo para que no pierda el viaje, cargando mis cosas para que yo no sude, pedaleando fuerte la bicicleta, entregándome sus ahorros para salvarme de un problema. Desde mi corta edad ya he empezado a pagar para acostarme con algún heterosexual, siempre es rico. Él es David, mujeriego, torpe en muchos aspectos, inteligente en lo que es lo suyo, exitoso, feliz y por consiguiente mejor que yo. Mejor hermano, mejor hijo. Es amigo de mi padre, de su madre, procura que todos los hermanos estemos unidos, piensa celebrar una fiesta por los cincuenta años de mi padre, es amigo de mi madre y está dispuesto a pagar lo necesario para ver feliz a su familia, él piensa que el dinero todo lo puede.

Mi padre, no me reconoció hasta los seis años. Tiene por lo menos tres hijos sin reconocer, dos hijos muertos y sospecho que muchos abortados. Yo busco mujeres que tengan de cuarenta a más porque a ellas no las puedo dejar preñadas. Tiene muchas amantes, todas lo saben, saben que lo más importante es que él les regale generosamente dinero por alguna relación sexual. Porque no hay porque molestarse, la vida es así, es cínica. Hasta hace dos o tres años a mi padre le han importado más las mujeres y sus necesidades sexuales que las necesidades de sus hijos. Mi padre es mecánico, es exitoso, ha creado una mafia con el alcalde de Incahuasi, yo conozco ese mundo. Es feliz porque si, hasta donde sé, no ha tenido ninguna meta en la vida, se ha dedicado a vivir el momento y le ha ido bien. Es mejor que yo. Me abraza por mi cumpleaños tres o cuatro días antes o después, me ama a su estilo. Hablamos a lo más treinta segundos al celular. Me dice que me dará todo lo que esté a su alcance hasta que muera y que me dedique a estudiar y a ser mejor. No sabe que pierdo el tiempo escribiendo tonterías que nadie lee, porque ya he dicho que estoy en una crisis de sinceridad tremenda, epidémica. Es mi padre y nadie tiene un padre como él, sui generis.
Sin nombre, lo conocí a los quince años y desde aquel momento fuimos amigos, luego amantes, pero nunca hermanos. Es la primera persona de quien me enamoré y soy padrino de su hija. Como padrino le voy a enseñar a que no sea como tú, tiene que aprender a odiarte para que pueda ser mejor. Porque seamos claros nuevamente, mi hermano no es escritor, político, no es talentoso, sólo es un gran amante en la cama y una persona que trabaja bien. Por lo menos quiero que mi sobrina sea mejor que cualquier peruano promedio, no quiero que se dedique a comprarse ropa, a pintarse, que piense en comprarse un auto, que piense en vivir en otro país, que quiera estar bella, como su madre. No, de ninguna manera, mi sobrina no puede ser una preciosa ridícula, de las que tanto ha hablado Moliere.  Mi sobrina por lo menos debe ser mi sobrina y yo debo tener la consideración de dejar escrita toda la historia acerca de  cuándo yo y su padre éramos amantes. Merece saber la verdad, merece que le cuente todo lo que pasó y como fue que ella vino al mundo. Soy considerado en ese aspecto.

Esta es mi familia o lo que puedo recordar ahora, o lo que quiero recordar ahora, porque ya sabemos que lo mejor viene en una novela, y una familia tiene cien años de soledad imposibles de contar en la página 4 de 4. Porque por lo menos todo lo que quiero contar ahora, ya ha sido contado.

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