Roxana – ese era su nombre hasta antes de que la bautice
como Alma Rossi – me conoció en el cuarto
o quinto ciclo de la carrera cuando por alguna circunstancia que no recuerdo me
matriculé en un curso en el turno noche, fue la primera vez que llevaba un
curso en dicho horario.
En el turno noche estudian, generalmente, las personas que
trabajan durante el día, recuerdo a todos los estudiantes de la noche
preocuparse más por el trabajo y por los aspectos prácticos que pudiesen
generar algún ingreso económico que por los teóricos, que eran los más
populares en el turno mañana. Los alumnos de la mañana se dedican a dormir, a
disfrutar del alcohol, de las mujeres y a alardear cuando aprenden algún
detalle insignificante; yo pertenecía a dicho grupo, quiero decir “yo estudiaba
en la mañana”.
Una tarde de fin de ciclo, mientras pensábamos en lo que
sería de nuestras vidas los treinta días que tendríamos de vacaciones; una
tarde en las que Alma Rossi y otro amigo intentaban convencerme de salir a
pasear en alguno de aquellos treinta días en los que yo tenía pensado dormir,
surgió un tema peculiar de conversación que trataba de responder la siguiente
pregunta ¿Qué haríamos al terminar la carrera? Tenemos que comenzar a hacer
prácticas ¡Ya! Tenemos que conseguir más certificados para ser aceptados en
alguna buena empresa. Algunos tienen docenas de certificados. Algunos ya tienen
en donde trabajar. Aquel grupo ya formó una pequeña empresa de soporte. Las respuestas
eran abrumadoras y no hacían más que perturbar las mentes estresadas de mis
compañeros de caminata, en ese día y en dicha hora nos encontrábamos caminando.
Regresábamos de comer alguna porquería.
En aquella caminata, ya cerca de la despedida, Alma Rossi me
contó sobre la noche en que me conoció: En la primera clase de “Gestión
Empresarial” el profesor dio una separata para fotocopiar, yo me encargué de
sacar las copias para mis amigos y tú te acercaste y me pediste de favor que
sacara las tuyas también, yo acepte – me dijo Alma Rossi.
Está claro que yo no recuerdo aquel evento así como no
recuerdo los detalles de las tres clases a las que asistí en dicho turno.
Recuerdo que la única persona que conocía era Huangal y según supe se cambió de
turno. Entonces podría decirse que sentado en aquel salón mi cerebro no conocía
a nadie y suponía que nadie era lo suficientemente interesante como para
entablar una amistad.
Tengo la mala costumbre de vivir encerrado en mi mundo,
durmiendo, y raras veces despierto para ver qué ocurre alrededor. Solo despierto
para observar algunas escenas que pueden ser convertidas en historias, para
observar a alguna persona que física y sexualmente me resulte interesante o
alguna persona que cuyo modo de pensar o cociente intelectual sean dignos de
cierta atención.
Las clases de Gestión empresarial, la que llevaba con Alma
Rossi sin saberlo, se desarrollaban de un modo grotesco, la didáctica y las
ideas de aquel profesor – el peor de los que he tenido – me resultaba difícil de
digerir, sus palabras eran rechazar por mi cerebro, por mi sistema de ideas. Se
pasaba los minutos comunicándonos que debíamos certificarnos en tal institución,
que debíamos estudiar dicho curso, que debíamos prepararnos para lo que las
empresas querías. Según él debíamos dejar nuestros sueños para pasar a ser
sirvientes de los requerimientos del mercado. La universidad es una inversión –
nos decía. ¡Los cojones! Yo no renunciaré a mi vida, yo no seré un producto
para otros, yo no haré lo que otros quieren que haga, yo haré solo lo que me
cause placer o sea escribir, dormir y gobernar el país – me repetía en silencio,
tratando de calmar a mi mente, evitando envenenarme con aquellos pensamientos.
Duré sólo tres clases. Hablé con el profesor del turno
tarde, más idealista y con ambiciones que van más allá de la esclavitud, y me
permitió quedarme en su clase por el resto del ciclo. Así ocurrió. Lo recuerdo
como uno de los mejores profesores que he tenido.
Ese fue el modo como Alma Rossi me conoció. Yo no la conocí
en aquel momento. Yo me encontraba pensando en que no interesan tantos
certificados por que al final siempre va a haber alguien que tenga más que yo. Me
recordaba que era un haragán y que cuando me presente a algún lugar para
solicitar trabajo, espero que no ocurra, colocaré en mi currículo la cantidad
de horas que he dormido y estoy seguro que eso bastará para demostrar que soy
competente. Le agradezco a Alma Rossi por haberme conocido, es una gran amiga,
aunque nunca se lo he dicho ni se lo diré.
Yo conocí a Alma Rossi en una situación bastante difícil, al
menos para mí. Llevaba algunos cursos en la mañana y otros en la noche. La cantidad
de trabajos y la falta de comunicación me impedía mantenerme al día en todas
las presentaciones, a pesar de todo lograba mantenerme vivo. Casi en la última
semana de clases, caí. Se me escapó un trabajo, el proyecto de fin de ciclo de “Investigación
de operaciones”. Mi grupo lo formaban el
Buen Juancho y no sé quién más. No habíamos hecho nada. Apareció Alma Rossi en
nuestras vidas y nos salvó. No sé qué presentaron. Nunca vi nada, pues andaba
en otras cosas, pero todo salió bien. Fue así como la conocí dos ciclos más
tarde después que ella me conociese.
Desde aquel momento peculiar Alma Rossi se quedó en mi vida
y se convirtió en una de las pocas amigas, por no decir la única, que llegué a
tener. Como agradecimiento a todo – ella buscó mi amistad y me ha salvado de
varias caídas – le regalé el pseudónimo “Alma Rossi” en alusión al personaje de
la novela de Bayly que tenía como una cualidad sobresaliente el realizar un
magnifico sexo oral. No consta que mi buena amiga haya introducido un falo en
su boca en algún momento – a decir verdad lo más cercano que he visto de ella
ha sido una foto con ella abrazada por dos hombres desnudos – pero lo que hace,
lo hace bien.
Pasaron algunos meses o ciclos – no lo recuerdo, a estas
alturas podría decirse que no recuerdo nada – y me enteré que Alma Rossi estaba
enamorada de mí. No le preste importancia al tema. Yo no deseo estar con nadie,
me fascina la soledad y no la cambiaría por ningún humano.
Mi cerebro tiene decodificada a Alma Rossi como una chica
que trata de ser exitosa, una lideresa podría decirse. No es brillante en las
clases, pero consigue lo que quiere, y eso basta para ser exitoso en este
mundo. Además cuenta el hecho de haya
llegado al final de la carrera. No es fácil. El llegar hasta donde estamos es
admirable.
El ciclo pasado desterré a Alma Rossi de mi vida, quiero
decir de mi grupo. Me reuní con quienes formaré grupo este ciclo. No sé porque
lo hice. Se suponía que debido a la tradición debía formar grupo con ella pero
estaba sediento de gente nueva, de ideas nuevas, de orgías nuevas. No le pedí
disculpas entonces. Se molestó por algunas semanas y luego regresó a ser la amiga de siempre. Me
invitó a salir al cine o a su casa pero me rehusé, siempre me rehúso a
abandonar mi cama. Hemos salido algunas veces y la he pasado de maravilla. Alma
Rossi es una buena amiga y una mujer genial.
Finalmente Roxana ha
demostrado que a pesar de todo lo que haya pasado y a pesar de mi desagradable personalidad, ella será
siempre una amiga con la que pueda contar. Su amistad es pura y su personalidad
también. Le pido disculpas por todo, pero sé que ella – que es infinitamente más
inteligente que yo, en cuanto a lo emocional – ya comprendió mi retardo emocional y ha
decidido ser mi amiga.
Alma Rossi es la única amiga que tengo en dicha universidad. Vive en algún lado, alejada. Nos separa una silla en el salón de clases. Pero sé que su existencia alimenta la mía. Gracias por todo y sé que ha sido complicado el acontecimiento del pelo. No sé si desististe del color porque quisiste o acaso por presión de grupo. Quiero pensar que fue por voluntad tuya, pero si no lo fue, y fue lo otro, quiero que sepas que nosotros – los que nos hemos aburrido del mundo cuadriculado, no necesitamos de las opiniones de los demás – no vivimos para los demás y debemos ser y hacer lo que queramos, lo que nos cause placer. Primero te critican sin cesar, se alejan de ti; luego se acostumbran y tratan de ser como tú. ¡Evolucionan!
Aunque ha sido a tu manera, la rectificación que has hecho me parece excelente. Yo entiendo que a veces nuestra forma de percibir el mundo nos lleve a expresar ideas de formas muy desagradables, y mientras sean cosas creo que no hay problema. Pero con las personas es diferente, con ellas hay que pensarlo dos veces, porque puedes hacer daño, y mucho.
ResponderEliminarNo la conozco pero tu amiga me parece admirable, de seguro debe ser todo lo bueno que has dicho de ella,que siga junto a ti despues de lo que escribiste -sobre su cabello- lo demuestra. Y si me permites decirlo, no conozco a muchas personas que actúen así.
Por lo demas, sigues tan excepcional como siempre en la narrativa. Excelente publicación.