“No hagas esfuerzo alguno por tener una buena reputación. Caerás mal. Caerás fatal. Los virtuosos carecen de amigos y llevan vidas tristes, sombrías. Aplaude a quien te insulta. Deplora a quien te elogia. Si dicen que eres buena gente, preocúpate” (Jaime Bayly en “Cómo ganar amigos”)
Le pregunté por quién votaría si hubiese tenido la oportunidad de sufragar – mejor dicho si el estado lo hubiese dejado sufragar – y me dijo que le hubiese dado el voto a Ollanta. En ese instante no lo comprendí, pero ahora todo es más claro, ahora entiendo que ambos comparten la práctica de un noble arte: El arte basado en aquel famoso lema “La plata llega sola”. En ese instante también comprendí que sería mejor que muchas personas no sufragasen, comprendí la importancia de que el voto sea libre y no obligatorio, pero aquella aún es una utopía en nuestra tribu.
Huascal nació en Sarin, una ciudad desconocida, pero una de las más antiguas – después de Huamachuco – de la provincia liberteña de Sánchez Carrión. Es también en La Libertad donde debió nacer muchos años atrás el gran poeta vanguardista César Vallejo. Huascal nació en ese mismo departamento, pero estaba claro que no sería ni poeta, ni vanguardista sino más bien embajador de aquel noble arte. Nació un 30 de diciembre y su nacimiento fue una de las últimas cosas que Dios quiso hacer el año en que Fujimori jodió al Perú, como el golpe final de su venganza contra esta tribu aquejada por la estupidez.
Yo lo conocí cuando cursaba el tercer ciclo de la universidad. Lo conocí masculino y femenino, como una combinación perfecta, como el yin y el yang; y un ciclo más tarde le pedí que seamos pareja pero obtuve resultados negativos. Ya sabemos que no soy bueno para el arte conquista, soy más bien bueno para el arte ponzoñoso de la enemistad.
Lo conocí ese año y nuestra amistad no llegó a más. Es cierto que bombardeé la pulcritud de su correo con mensajes cursis y que él lo tolero con buen talante, pero nuestra amistad no llegó a más. En alguna oportunidad me propuso que me sume a un proyecto, pero lo rechacé y lo rechacé porque no soy bueno para seguir ideas, ni a nadie; que no sean las mías y que no sea yo. Después de aquella experiencia todo fue silencio. Huascal me gustaba por su peculiar modo de ser – léase la Gioconda – pero ahora ya no tanto.
Hace unos pocos días, mientras llegaba a la universidad un amigo – considérese amigo a cualquier individuo de la especie Homo Sapiens – me llamó. Tuvimos una plática como ésta:
- Hola Loco, te creo que si le dices a Huascal superhéroe.
- ¿Por qué? , le pregunto.
Y me cuentan una historia que llamó mi atención y que hizo recordar a mi traviesa imaginación alguna tarde cuando le sugerí a Alma Rossi que le practicase sexo oral a Huascal; y él, hasta entonces la Gioconda, respondió que debían pagarle para que dicha escena se haga real. Me hizo recordar aquella escena y veía el rostro de mi amigo lleno de alegría. Me causaba gracia el saber que apelaba a mí para decirle algo que no podía vomitar abiertamente. Me daba gracia y yo decidí hacerlo y el único modo que tengo es a través de la literatura.
A decir verdad, ahora me encuentro sentado en mi cama, esperando ver el programa de Bayly y no tengo ganas de escribir un carajo, pero lo haré.
Aquella tarde traté de obtener información a toda costa, lograr hacer realidad la historia era mi objetivo, pero solo conseguía retazos de una historia y un clamor popular, como aquel clamor de los pueblos renegados del Perú que los llevo a elegir al asesino Ollanta como presidente. Aquel clamor era persistente, todos querían gritar “Huascal Supermán”, pero no tenía el valor de hacerlo y yo que me preparo para ser presidente del Perú y que debo aprender a complacer a mis compatriotas decidí ayudarlos.
Huascal tiene una relación con una chica que estudió o estudia en la universidad de Lima, éste es un asunto baladí. Es incierto para mí el modo como se conocieron y el motivo que los mantiene juntos, al menos por parte de la chica, que es encantadora según he podido observar. Está claro que la chica ama a Huascal, que es mormón; y también es cierto que Huascal la ama, la ama cuando le paga las entradas al cine, la ama cuando le compra algún celular, la ama cuando ella decide invertir a favor de él, y la ama cuando él paga los juegos del Coney y ella le devuelve el doble. Ambos se aman, claro está. Tienen un amor parecido al de Ollanta y Chávez y es por ello que me atrevo a afirmar que Huascal, es un asiduo admirador de Ollanta y es por ello que le hubiese dado su voto de haber podido.
Ambos, tanto Ollanta como Huascal, que espero considere ser mi amigo después de esta publicación, son embajadores de un noble arte en el Perú, ambos son superhéroes y súper mantenidos por Chávez y por una estudiante de la Universidad de Lima, respectivamente. Este es el clamor popular que el mundo quería gritar y no lo podía hacer. Este es el clamor popular que yo me atrevo a gritar para complacerlos. Pero yo les digo ¿Por qué tanto escándalo? ¿Por qué tanta actitud ponzoñosa? Yo soy embajador del liberalismo, y considero que cada persona es libre de hacer lo que mejor le parezca, con su vida, con su cuerpo y con el agua. No apoyo actitudes mesiánicas. No estoy de acuerdo con aquellas personas, moralistas, que tratan de decirnos que es lo bueno y que lo malo. No estoy de acuerdo y va en contra de lo que predico. Lo bueno y lo malo depende de cada persona y no de un predicador, de un iluminado que nos considere ovejas, ni mucho menos de nuestros compañeros de universidad ¡Ni de nadie!
Dejemos que Huascal sea Huascal, dejemos que haga lo quiera con el agua, con su cuerpo y con el dinero de la chica, dejémoslo libre, dejemos que sea un vividor y un cerdo como han sugerido decirle. Dejémoslo en paz. Respetemos su libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza un comentario: