Una de las cosas que he aprendido a lo largo de todos los años, si algo he aprendido, es el arte de conquistar a las mujeres. Ellas son sin duda uno de los dones más preciados que habitan en este mundo, y el conquistarlas uno de los oficios que más placeres me causa a parte del de armar algunas porquerías. Este arte lo fue cultivando mi padre, desde que yo era pequeño, quien celebraba con algarabía cada uno de mis aciertos con las mujeres. Es quizá una de las cosas, para ser más exacto la única, que aprendí de él.
En la práctica de ese noble arte, cierto día del que no tengo recuerdo, conocí a una hermosa mujer que era Monja y tan también algo sonsa. La mirada perdida que emanaba su ser me impactaba y me enloquecía, y me enloqueció a tal punto que hice todo lo posible por conquistarla hasta que finalmente lo conseguí. Es así como se inició una de las relaciones más largas y enfermizas de mi vida.
Todo empezó una mañana bastante tranquila. Trabajaba para dos empresas distintas a mi especialidad y eso suponía un tiempo de penumbras y tristezas, pero las mayores penumbras no las ocasionaban los trabajos, sino el descubrir que poco a poco perdía al amor de mi vida, a la monja de la mirada perdida; me daba cuenta de ello, pero los trabajos consumían la mayor parte del tiempo, tiempo en el que un individuo y sus padres trataban de quitármela.
Ella trabajaba con su hermana y su madre por las noches – en un oficio noble de casi la prostitución – y ellas eran las personas con quien más se comunicaba en sus tiempos de ocio, además de muchas otras pero yo no estaba en aquel inmenso grupo de las otras. Estando a punto de perderla, una mañana – no sé como ocurrió – ella me dijo que estaba estudiando en Chiclayo, empezaba a estudiar una carrera de corto plazo, ya que por un tiempo dejaría la universidad. Me dijo donde estudiaba y su rutina fue más clara para mí. Cuando la conocí ella estudiaba derecho y yo aún me encontraba estudiando la carrera que permitiría practicar la segunda de mis grandes pasiones: la de armar porquerías.
Tratando de corregir uno de mis errores abandoné uno de mis trabajos – el que me consumía más tiempo: el del municipio – para escapar y esperarla a la salida de sus clases. Hasta ese momento solo trabajé para una empresa, la que me brindaba más libertades, libertades de las cuales abusé en exceso. Las faltas, tardanzas y la mala atención a los clientes con el modo acelerado con que realizaba mis labores no importaban; lo único que importaba era recuperar el tiempo perdido, solo quería estar con ella y no podía desperdiciar todo el tiempo que dedicó mi padre en mostrarme el arte de la conquista.
Todo iba bien, todo lo que me interesaba iba bien, hasta que sus padres descubrieron lo de nuestros encuentros y cometieron el primer error: La obligaron a no ir a clases jamás, un acto poco inteligente y vil, pero ella estaba muy interesada en mí, lo sé, le dedique mucho tiempo y ella lo notó. El escapar de nuestras responsabilidades – yo de mi trabajo y ella de sus clases – era frecuente en nuestra relación – acaso la razón de que nuestra relación aún siga en pie – y en alguna oportunidad le había propuesto que sea mi esposa – aquella responsabilidad aún no estaba a mi alcance – pero estaba loco y tanta fue la emoción de ambos que pensamos y pensamos en ello: Tendría yo que presentarme ante sus padres diciéndole mis propósitos, mis metas y los planes que tenía. Sin embargo existía la posibilidad del rechazo – que era lo más probable – y por ello en un acto de cobardía le propuse escaparnos. Seguíamos pensando, decidí presentarme ante sus padres pero como siempre ellos, se interpusieron – lo han hecho desde el momento que supieron de nuestra relación y lo seguirán haciendo, pareciese que es lo único que saben hacer y aún así no lo hacen bien – y ese fue el segundo gran error de sus vidas pues yo no pude estar tranquilo, actué de mala manera y le pedí a mi enamorada que se escapara conmigo, pues sus padres no me aceptaban.
Más o menos en tres oportunidades me dejo esperando en el lugar previsto pero llegó un día especial – el 30 de abril – aquel día cumplíamos tres años juntos, ella tal vez pensó que sería el mejor regalo de aniversario. Ese día al fin escapó conmigo y yo no sabía – y no me interesaba – que se venía, que responsabilidades, pero ese día trate de hacerla la mujer más feliz del mundo, al menos eso era lo que notaba yo. En esos momentos de felicidad cumplía con todas las cosas que me proponía y todo lo hacía por ella, era ella – y lo sigue siendo – el motor de mi vida pero ella no lo comprendía y nunca lo comprendió. Noté su incomprensión y sabía que tarde o temprano se iba a arrepentir de haber venido conmigo, pero también estaba seguro que el amor que me tenía era suficiente para que no se valla y me deje solo. Con aquella certeza decidí buscarle compañía: una mascota, no podía comprarle una, pues el dinero estaba medido, y destinado para muchas cosas.
Había pedido un crédito para comprarle cosas como un televisor, un equipo de sonido y un refrigerador, estaba esperando una respuesta de crédito, y sobre la mascota, le encargue a muchos clientes, hasta que uno me llamo y me dijo que tenía un perrito para regalarme. El día que recibí la llamada era justamente el día de su cumpleaños – el del cliente, el canalla regala mascotas – pero yo no lo sabía y estando en esa casa extraña acepte un trago bastante fuerte, solo uno, el amargo del líquido me impedía beberlo y solo esperaba que me dieran la mascota. Recuerdo que cargué en mi mochila al perrito, y cuando llegue a casa, le dije a la hasta ese entonces mi enamorada que abriera mi mochila y sacara lo que está adentro y encontró a esa sorpresita, pensé que con ello estaría mejor y no se iría pues ya tendría como entretenerse y al menos reír pues yo no podía dejar el trabajo – el único que me quedaba – pero me equivoque, pasaron muchas cosas y muy rápidas todas, hasta que una noche decidió irse para no regresar, si acaso piensa regresar algún día.
Vivimos todo ese tiempo y no la toqué hasta el último día, día en que la convertí en mi mujer, en que la hice mía, ese día compartí raros momentos, ambos vivimos raros momentos pues era nuestra primera vez, no sé cómo poder explicar aquella experiencia pero, sentí muchas cosas, pero ni siquiera el recuero de lo vivido sirvió para que viniera a mí y se quedara a mi lado por el resto de mis días.
Todo el trabajo lo hicieron sus padres quienes convenciéndola de mil y un maneras se la llevaron y perjudicaron aún más la situación: Prometieron perdonarla y luego la amenazaron con el olvido si volvía a cometer el mismo error. A ella le atemorizaba el perder a sus padres, ella me lo dijo, y ese era el temor que le impedía regresar conmigo. Para mejorar las condiciones hablé con sus padres y llegamos a un acuerdo, pero nunca cumplieron su palabra, querían imponer sus deseos. Las condiciones solo la contemplaban a ella: sus padres debieron darse cuenta que ya no era ella nada más, también era yo, esa falta de criterio ocasionaba problemas por cada cosa que ellos hacían o decían y en ese ambiente caótico llegué a cometer muchos errores, me molestaba mucho hacer al pie de la letra todo aquello dispuesto por sus padres. Era un ambiente incómodo pero tuve tiempo suficiente para hablar con ella y llegar a un acuerdo, es así como empezamos a llevar nuevamente una vida a escondidas de sus padres, recordar aquellas cosas es lo más lindo, fueron de las mejores que pasamos, pero siempre habían problemas, ella no volvió a ser la misma, pues antes de vivir conmigo y durante el tiempo que vivió, nunca me reprochaba, nunca, el regreso a su casa la hizo cambiar drásticamente, pero aun así supe controlar la situación, después paso un serio problema simplemente una tontería, un error que ambos cometimos en la temporada o finales del año 2009. Después del incidente me tardo más de dos semanas convencerla, pues tuve que tomar represarías muy fuertes, así que ella de ese único modo entendió... la golpee no de la manera que quise, todo se salió de control, abuse de mi fuerza y eso siempre paso cuando tuvimos problemas ambos nos mostrábamos la cólera e ira que nos sentíamos, esa es la verdad, suena muy doloroso y ahora me duele mucho pensar en ello, pero ayudó, no sé si por temor o por algo que nuevamente empezábamos juntos.
Vivimos ambos una vida a escondidas nuevamente, pero siempre teníamos problemas. No entendía que pasaba, si estábamos en un dormitorio o en una cama siempre estábamos bien, pero si no lo estábamos siempre la pasábamos mal, no entiendo porque... tal vez comprendí muy tarde que la única razón era el sexo, pues era un adicto a ello, ella lo sabia, y yo nunca lo comprendí y solo quería satisfacer las mis necesidades, sin saber si ella también lo desea, en ese ambiente sexual en la cama y caótico en cualquier otro lugar pasamos casi un año.
En las vacaciones pasadas siempre íbamos a mi casa, la pasábamos ni tan bien ni tan mal, pues no había tanta comodidad pero siempre estaba presente el maldito placer. El tiempo pasa y las vacaciones acaban: empezó la temporada de sus clases, el nuevo ambiente era poco propicio para la sexualidad de modo que tuve que alquilar un cuarto frente a la institución, ella lo conocía y venía conmigo siempre que salía de clases, sin obligarla. Esto lo conseguí después de un largo periodo de educación en el que le pedía e incluso llegue a rogarle el que te tuviera sexo conmigo hasta que se hizo costumbre el tener relaciones sexuales. Recuerdo que era la habitación 209, la que escuchó y vio las cosas que pasamos tanto buenas como malas y terribles. Así pasaron las clases, y la última vez que asistió la lleve a Trujillo, la pasamos muy bien, conoció muchos lugares. Llegamos tarde, su hermana había hecho lo suyo y nos esperó ese día en Chiclayo. La tardanza tenía una buena excusa pues era el último día de clases. Su hermana siempre nos apoyó, acaso apoyándonos se beneficiaba ella, eso no lo sé. Prefiero quedarme con la primera sensación.
El viaje a Trujillo no fue en ninguna medida azaroso, lo planeé con la intensión pedirle perdón por mis errores, pero nunca se lo mencione pues si lo hacia podría que se complicaran las cosas, prometí que volvería algún día a Trujillo si es posible con ella y un hijo.
El tiempo continuó, y las clases volvieron a comenzar pero todo se volvió mucho más complicado fue quizá una época llena de miedo. Las pasadas vacaciones nos enteramos que estaba embarazada, mas yo no me asuste pues desde ya quería tener un hijo, aunque se que era una responsabilidad complicada, era ella quien no quería tenerlo y esa contradicción nos ocasionó un tiempo de penumbras que ambos propiciábamos con ataques mutuos, ambos éranos culpables de nuestra ira, de todo. Y llego el día que sus padres ya sospechaban del embarazo, e inevitablemente se enteraron, yo no sabía nada de ella, ni que hacer, pero estaba seguro que ella haría lo posible e imposible por no tener a ese niño, así que pensé mucho y temiendo un asesinato acudí a consultar a una amiga abogada sobre lo que podría hacer para proteger a ese niño, me recomendó solo un aviso que no se publicara, solo mi testimonio, pero aquello empeoro las cosas, se mal entendieron. Eso ocasionó que sus padres me tengan un poco más de ira, si es que acaso existe un grado mayor de ira que el que ellos tenían por mí, pronto lo descubrí: había un grado superior de ira y rencor y los únicos cuerpos capaces de alojarlos son los cuerpos esperpénticos y abominables de sus padres.
Por más disculpas que pedí no las aceptaron, yo desde el principio quería asumir los gastos que se hagan por ella pero nunca quisieron mi apoyo, como si tuvieran bastante para darle. Intente muchas veces hablar con su padre pero nunca escucho mis palabras, todo paso así hasta ahora, pues no desean mi apoyo, por mi no habría problema, pues tengo buena vida, no me quejo, pero jure que mi hijo tendría mucho y que todo se lo daré para que se de cuenta que lo quiero de verdad, y que a mi mujer no le faltara nada, pues si ella desearía venir a vivir conmigo, será bien recibida, quiero darle una buena vida, y que sus padres se den cuenta que mis errores quiero corregirlos.
Hace poco la vi y hable con ella, me trató con desprecio, y no entendió la explicación que le di. Tal vez que cometí errores, no somos perfectos, soy solo una persona que aun le falta conocer el mundo, le pido ayuda a Dios para que aquella mujer vuelva a mi lado y este en mis brazos, poder besar su cuerpo y apoyarla en lo que desee, cuales serán sus intenciones, cuales serán ahora sus metas, no lo sé.
He visto una foto de ella con su hermana hace poco, se ve muy linda, me encanta, ha llenado mis ojos de lagrimas, pero aquel día que la vi, solo tenia ganas de llorar, no podía hacer nada y eso me llenó de impotencia, pues quería decirle que la amaba y que quiero una familia. Quiero hacerla creer que seremos uno toda la vida, todos estos sentimientos pasaron cuando ya no la tenía enfrente, que ridícula que es la vida – pensé entonces. No he conocido a una mujer que haga que estos sentimientos se borren, pues no he intentado conseguirla y no quisiera hacerlo, me he dedicado a mi trabajo, solo a eso pertenezco, y solo sé que daría todo lo que tengo y lo que no para que ella este a mi lado, lo haría por el amor que siento y por mi bebe que viene a conocer al mundo. Desde que no estoy a su lado solo pienso en ella, el placer se ha consumido por el dolor, la alegría la consumió esa impotencia que tengo de mostrarle las cosas que siento y quiero.
Han pasado los días y se presentaron sorpresas de la vida, pues es una niña quien viene a conocer este mundo, tan lleno de maldad y de tantas alegrías. Por otro lado sus padres ya aceptaron cierta parte de lo que puedo brindarles que es el seguro de vida, y ahora muy pronto tendré que comprar la ropita para mi hija, solo he deseado que venga con bien y también comprare algunas cosas para ella, la monja algo sonsa, la amo y ¿de qué manera quisiera demostrárselo?, pues de muchas, pero tal vez sea en vano lo que haga, aun no lo se, lo hare y veré.
Me falta la emoción que tenia al hacer mis cosas, me faltan las ganas que tenía para con mi trabajo, con mi familia, ya he perdido todo ello, no hago nada con ganas, no lo hago como debería hacer, perdí la alegría, perdí la noción del tiempo, solo sigo el mismo camino de siempre, mi vida se ha convertido en rutina, no me fijo quien pasa a mi lado, me escondo en la oscuridad y la soledad es la única que escucha mis palabras, mis llantos, mis temores, y es ella la madre de mi bebe quien me hace falta, quien va a llenar mi vida de alegrías. ¡Sí solo serán ellas!, ¿serán el tesoro que siempre e deseado?, yo creo que sí. Si no regresan sé que algún día moriré de pena si es que no vivo a su lado, pues estoy arrepentido de todo lo que hice y paso. Quiero amarla nuevamente y sé que su presencia me regresará la felicidad, me devolverá la vida.
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