sábado, 30 de marzo de 2013

Los baños y los perros


Es sábado por la mañana y hace calor en Lima. Ángel ha despertado cansado como todos los sábados de su vida, pero este en particular, ha decido conocer a un chico, uno que le cobrará treinta soles por complacerlo sexualmente.  Ángel no necesita placeres sexuales, ello es irrelevante y previsible desde que, a los once años, le mostraron todo lo que un humano promedio puede hacer a lo largo de su deplorable vida; lo que Ángel necesita es una historia, una aventura que pueda justificar aquel viaje en un sábado antes del desayuno: Ángel decide ir a conocer los baños y sus historias.
Me encuentro sentado en uno de los inodoros sucios, entre cuatro láminas de madera donde yacen con comodidad los celulares de pasivos, activos y modernos  en  busca de pareja sexual. Los que escriben sus números de celulares, y lo hacen con gran seguridad, son con certeza pasivos muy afeminados, activos gordos y feos (como yo, me refiero a lo gordo y feo), o modernos travestidos. No hay esperanza en ninguno de los celulares que se confunden con los kilos de mierda que depositan diariamente en el inodoro donde estoy sentado. No estoy sentado porque tenga alguna necesidad fisiológica, lo estoy porque tengo la libido elevada y necesito tocar una buena verga para poder sentirme a gusto (nunca me han permitido más haya de tocar), la ecuación es sencilla: Elijo estratégicamente uno de los inodoros de en medio y me siento a esperar a algún incauto, luego paso mi mano por debajo del separador y espero a que generosamente me pongan una pinga en la mano, esos son los mejores días.

Mi nombre es Estiven y mis padres no eligieron ese nombre, así eligió escribirlo la iletrada de los registros civiles de San Román, durante el primer gobierno de Alan. Está claro que mis padres no podían descifrar nada entre tanto garabato con tinta, ellos pensaron que con ese nombre de gringo sería gringo, inteligente y exitoso, se equivocaron. Tengo 39 años y soy un fracaso, soy gordo como una ballena preñada, mi piel es blanca como moho, tengo un órgano sexual reducido por los kilos de grasa que almacena mi barriga y soy homosexual pasivo. A los 15 años descubrí que era gay, soy un gay en el closet, tenía y tengo miedo de que mis padres y amigos se enteren. Tengo que vivir con una mujer gorda simulando que la amo. Las pastillas me ayudan en las noches cuando debo cumplir mi rol de cachalote macho. Le he contado a unos cuantos amigos sobre mi opción sexual y les he declarado amor a tres, pero todos me han dicho que no, porque somos amigos. Ellos también son homosexuales, pero la razón por la que no me quieren, no es la amistad, lo es más bien por el rechazo a mi figura espantosa. Malditos cabrones sean sinceros, digan: no te quiero por feo. No apelen a esa mierda de la amistad.

Hoy no es un buen día, estoy sentado pero nadie quiere proveerme de una pinga gruesa. Salgo del inodoro y me paro frente a los urinarios a observar. Varios hombres peludos se están masturbando y mirando a los costados en busca de la pareja ideal para aquella tarde. Algunos ancianos se les acercan y ellos les ponen cara de pocos amigos y se van. Yo me acerco y a lo mucho me dejan tocar, a veces me ocurre lo que a los ancianos. Al parecer los ancianos y los gordos no tenemos posibilidades en este mundo. Estoy en el baño principal de Real Plaza, a unos metros del hotel Sheraton, este es el punto de encuentro para gran cantidad de homosexuales que salen de trabajar y quieren pasar una noche de sexo. Se paga 50 céntimos la entrada, luego se paran en los urinarios a mostrar sus genitales hasta que llegue el indicado y luego ir a algún hostal de la AV. Uruguay. Los agentes de seguridad y de limpieza son parte del juego. Tampoco es un buen día en los urinarios, no hay nadie interesante, todos los hombres peludos ya se fueron con chiquillos delgaditos y sólo quedan los ancianos secos y yo. Es hora del plan B.

Camino hacia el baño de Oeschle, en el primer piso de la tienda, todo está vacío. Me pongo a esperar, al parecer tampoco será un buen día en este lugar. En el mejor de los casos se encuentran dos tipos y se ponen a tirar cerca a los urinarios, me permiten observar con la condición de que me fije que nadie venga, nunca viene nadie, son baños tranquilos. Ellos terminan y se van. Yo me quedo con las ganas, me doy cuenta que sólo sirvo para ser un espectador de la sexualidad. Hoy no ocurre nada de ello. No me rendiré, soy gordo y feo, pero también soy perseverante, en ello ninguno de los perros cabrones que me rechazan diariamente me pueden superar. Iré a los baños de Megaplaza, allí con seguridad podré tocar un rica verga y podré ir a casa a masturbarme con suficiente información fotográfica.

Uno de estos días me daré un tiro, no puedo estar con nadie, nadie me quiere, me rechazan por gordo y feo. Quisiera vivir con alguien que me ame, quien sea. Quisiera que mis padres y amigos acepten lo que soy, ya no quiero fingir que soy un macho en la cama cuando sólo quiero que horaden mi trasero todos los días. Mi vida no es vida, soy un impostor, un traidor a mis convicciones, por eso no puedo ser feliz. Ya estoy en los baños de Megaplaza, el tipo de seguridad está expulsando a un anciano del baño porque quería meterse al cubículo donde dos homosexuales jóvenes tenían intimidad. Los cubículos de esos baños siempre están habitados por dos personas, excepto donde estoy yo, siempre estoy sólo, nadie está dispuesto a tirar conmigo. Las condiciones tampoco son buenas.

Me voy a casa resignado, mañana me rosaré con algunos hombres en el Metropolitano, camino al trabajo. De regreso, realizaré las visitas rutinarias por los baños de Lima, empezaré en Sodimac del Jockey Plaza.  Bayly dijo que en Lima se puede ser coquero, gay y ser feliz; pues esto no se cumple con los gordos como yo. Lima es una ciudad de perros, siempre los mismos perros en los mismos baños, pero no hay ninguno que haya aceptado hacerme perra en los tres años que llevo visitando religiosamente los servicios higiénicos de Lima.

6 comentarios:

  1. Atrevida y con gran probabilidad de ser real.

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  2. para ti cristiano ... http://www.nuevagaia.com/773-notas/por-que-me-resulta-tan-dificil-quererme-por-osho/ ... recuerda que si un dia dejases de existir, ese dia el mundo ya no sería el mismo, faltaría algo importante, habría una gran pérdida, animo...

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  3. Wowww me quedé impactado, fue imposible parar de leer cada párrafo cuando empecé

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