Nunca en ningún caso te defiendas. Nunca en ningún caso pretendas demostrar que eres bueno, virtuoso, heroico, admirable. Si dicen que eres una mala persona, saluda la perspicacia de quien lo dice. Si dicen que eres una buena persona, ten el buen gusto de discrepar. No salgas nunca en defensa de tu honor. Tal cosa no existe. No conviene defender supersticiones. El honor, el pudor y la buena reputación son lastres que te hundirán en el fango de la tristeza. No aspires a ser santo, a menos que estés dispuesto a pasarla condenadamente mal. (Jaime Bayly en Secretos para ser Feliz)
Varios grupos de personas, al
menos eso simulaban ser, se encontraban desparramados a lo largo del atrio de
la catedral. Algunos integrantes del grupo, que se ubicaba frente a la puerta
principal, reían a carcajadas e intentaban sacar cita con algunas de las chicas
que los acompañaban; algunos otros – ubicados cerca de la tumba del monseñor
que bautizó a todos los de su generación – se encontraban un poco más callados,
con la mirada perdida, decepcionados y traumados, con la misma sensación que
queda después de una estupenda violación – lo estupendo obedece a la
perspectiva del violador. A excepción de estos últimos, que no estorbaban el paso
de los feligreses que salen de la misa de seis de la tarde, atolondrados por
las palabras del padre Fernando, todos los cúmulos de humanos eran considerados
como pequeñas bolas de estiércol por Naileo.
Naileo tiene 16 años y se encuentra
luchando para conseguir ser confirmado en la fe católica y pasar a formar parte
del ejército de Cristo. Es el tercer intento, la preparación resulta en extremo
aburrida pero esta vez debía lograrlo. De ser así pronto se encontraría
formando parte de aquellos grupos que ahora observaba parloteando, excitándose
o arrepintiéndose de sabe Dios qué. Naileo ya había tomado una decisión
respecto al grupo al que debía unirse. A lo largo de tres semanas había
observado las reuniones y las costumbres de cada uno y llegó a la conclusión de
que debía formar parte de los que parecían, en cierto modo, violados. Aquellas
personas eran las que más se acomodan a su carácter y al pasado que lo ha
formado.
La pastoral de la ciudad de
Naileo, Ferreñafe, está conformada por cinco grupos y por el coro de la
iglesia. El padre Fernando, ilustre entre todos los sacerdotes que habitaban el
templo – construido hace siglo, en distintas épocas y con variados estilos –
había decretado que un humano debía pertenecer únicamente a uno de los grupos. Es
así como con ésta y otras reglas lanzadas al azahar, con organización primitiva,
se crearon todos los grupos que los ojos de Naileo observaban. El nombre de
cada uno de los grupos aún le es desconocido pero la observación le ha
permitido dilucidar algunos detalles importantes: Los que se ubican al lado
izquierdo de la puerta principal son un grupo de personas que dicen estudiar en
alguna universidad o instituto o en algún otro lugar donde se fortalece la
estupidez. Aquellos se supone debían ser los mejor preparados en la pequeña
ciudad. Había notado también que era uno de los grupos más grandes entre los
cinco. El grupo que se encuentra al frente, forma un conglomerado parecido al
grupo de la izquierda, y es una mezcla de todo, casi simulaba ser un plato
típico de la ciudad. Este grupo tenía particular importancia porque gracias al
ruido semanal, Naileo pudo saber más de aquellos, que de los otros. Había oído
que se denominaban con un nombre
extraño, casi en hebreo o árabe, lo único que recuerda en este instante es que
la traducción hace referencia “al amor y
a la paz”, pero la paz supone silencio y meditación, ellos parecían haberse
aburrido ya de su esencia, de aquello que los mantenía en grupo. Una vez más se
demuestra que el hombre no pude huir de su esencia primigenia: La Maldad. A
unos metros del segundo grupo se encuentra un grupo de chicas caminando hacia
la plaza, como huyendo del pecado, del resto de su especie, del resto de grupos.
Las chicas van como en procesión siguiendo a Margarita, una señorita de ochenta
años que vive a media cuadra de la catedral. Naileo pensó que entre aquellas se
encontraban las únicas mujeres vírgenes que quedaban sobre la faz de la tierra
y procuraba elegir a alguna para que, llegado el momento, pueda horadar una
vagina virginal y sentir un placer extraño, casi extinto. Hay otro grupo, un
poco más alejado, del que no nunca supo nada; pero el que realmente llamaba su
atención era el grupo de la derecha. Dicho grupo está formado por un puñado de
adolescentes que recién se inician en la fe católica y en la vida sexual,
guiados por algún sacerdote caritativo. Después de observar, Naileo se retiró.
Sabía que la rutina continuaría la semana siguiente.
Naileo tiene un aspecto triste,
es delgado y parece no saber caminar bien. La timidez se apodera de él cada vez
que alguien lo saluda, por ello siempre se aleja cuando los grupos de la pastoral
se disponen a salir y pasar por su lado. Ahora camina hacia su casa, es sábado
y ya no hay nada por hacer. Recordaba que las reuniones de su grupo, el
Movimiento Juvenil Dominicano, se realizaban los días viernes por la noche,
pero ya no habría más reuniones, todo terminó la semana pasada cuando, por
alguna razón desconocida, el líder del grupo desapareció. Los medios de
comunicación informaban de una huida de la justicia – nadie sabe exactamente a
qué se hace referencia con el término – y que había orden de captura, pero
aquello resulto siendo irrelevante para él. Lo que ahora buscaba era pertenecer
al grupo de aspecto sombrío, lo que ocurriría días después de la confirmación. Mientras
caminaba observaba todo a su alrededor pero a la vez pareciese como si no
observase nada. Todo carecía de significado, la asociación que suele hacer el
cerebro de una figura con un concepto era nula, y mientras pensaba en lo bien
que se puede sobrellevar la vida en grupo se le vinieron a la mente algunos
recuerdos de Iván, su catequista de primera comunión, con quien descubrió un
poco más allá de lo que suele leerse en la biblia y en los libros de Kama Sutra.
Fueron dos ocasiones en las que Naileo decidió ir a la casa de Iván para
aprehender algunos conceptos sobre lengua, pero finalmente terminó con la
lengua de su mentor entre los genitales. Iván sabía que Naileo era un tipo al
que le atraen las historias y empezó contándole sobre toda la corrupción que se
cocinaba en la escuela secundaria donde Naileo estudiaba e Iván hacía
prácticas. Iván estaba a punto de graduarse como profesor de Lengua y
Literatura y en las dos visitas que Naileo hizo a su casa nunca sacó un libro
de lengua, ni algo parecido. En la primera ocasión le mostró un libro sobre
terapia con masajes, donde se detallaban los puntos exactos en donde se debía
aplicar presión para conseguir relajamiento corporal exitoso. Finalmente Naileo
terminó en una cama descubriendo el mayor de los placeres carnales. La añoranza
que provocaba el recuerdo terminaba en depresión, si bien el suceso fue
deplorable pero aun teniendo que soportar aquel tipo de violación, se
disfrutaba de la compañía. Ahora ya no quedaba nadie. Iván, escapando de su
condición y de los dedos que pronto lo señalarían, se refugió en un seminario,
en donde por lo menos podría fornicar con el acompañante de su habitación sin
que muchos lo notasen. Naileo continuaba caminando y de repente un tropiezo lo
sacó del estado ensimismado en el que se hallaba. Chocó contra con joven como de
su edad y lo reconoció pronto: Pertenecía al grupo de los que invocan “la paz
y al amor”. Leyó el polo y decía “The
Domus”, se suponía que ese era su nombre.
Los grupos de la pastoral
mientras eran observados por Naileo – sin saberlo – se encontraban discutiendo
un asunto, de aquellos que se suelen llamar delicados. Todos habían dejado en
un segundo plano a Dios, la misa y la labor pastoral; y ahora hablaban sobre el padre Fernando – el
sacerdote emblemático – y la misión de éste como guía espiritual de los grupos.
Desde hace varios meses algunos de los más allegados a la parroquia venían
observando miradas extrañas, pasionales, entre el padre y Fiorella. El rumor
empezó a deambular entre todos y ahora parecían comentaristas de la farándula
peruana. El hecho de que una persona pertenezca a un grupo, sea pastoral o
demoníaco, siempre lo hace peor persona. La represión de las emociones nunca es
una buena salida, encerrar al demonio que llevamos dentro sólo lo vuelve
furioso y listo para atacar y ahora la presa era el padre Fernando, quien se
había encargado de enjaular a algunas bestias. Esta relación siempre se repite
y otro ejemplo es el de los protestantes, quienes por más que se pongan un
trapo en la cabeza, grandes faldas – que arrastran por el piso – o terno, siempre
resultan siendo peores, más rencorosos, mas viles y más asquerosos que los que
sólo se dedican a dormir y de vez en cuando a ir donde algún brujo. Los
protestantes hablan tanto de Dios que hasta se olvidan de ducharse. El padre
Fernando debía pagar las consecuencias. Ha encerrado a la bestia que lleva
dentro y no contento con ello también ha enjaulado a las bestias de otros
humanos. ¡Se merece el castigo!
Naileo no sabe de qué hablan, no
sabe que se ríen, tiene algunas suposiciones pero todas falsas. Los grupos
comentan sobre la posible y casi segura relación entre el sacerdote Fernando y
Fiorella. Les importa un carajo los simulacros de admisión para ayudar a los
que pretenden ingresar a la universidad nacional y ahora solo recuerdan – o
quieren recordar – aquella fiesta en la que los vieron juntos, casi cogidos de
las manos. Recuerdan que en algunas ocasiones el padre ha ido a almorzar a casa
de la implicada y suponían que la relación era avalada por la familia. Pedro Pablo se puso pálido en dicho momento. Pensaban que no sólo debió ir a comer en
casa de Fiorella, sino que también debió comerse a Fiorella. Los comentarios
eran múltiples. Alguien por allí soltó una carcajada. Todos anonadados
escucharon lo que debió decir. María siempre había sido la más allegada al
padre, era la persona en la que confiaba y con quien se encargaba de realizar
algunos eventos y otros quehaceres de sacerdotes y feligreses. Por ese entonces
nadie sospechaba nada o nadie quería verlo. Un tiempo después llegó Fiorella y
la relación del padre con María cambió, se alejaron un poco, no María del padre
sino el padre de ella. Él Huía como quien quiere desechar un cepillo viejo. Ahora la atención del padre
parecía centrarse en Fiorella, que era un poco más hermosa. Fiorella y María se
enemistaron y se odiaron hasta ahora. Todo parecía tener sentido y ahora quien
soltó la carcajada comentaba con cierta ironía: “Ni siquiera las relaciones de los apóstoles de Dios en la tierra eran
distintas a la de los mortales”. El hecho es que no existen tales “apóstoles”, con sotana o sin ella,
aquellas personas - con aspecto fúnebre – siguen siendo humanas y todo aquel
que trate de escapar a su naturaleza está condenado al fracaso, sólo es
cuestión de tiempo. La gente comentaba, se pasaban volantes sobre el tema pero
en ningún caso le informaban de la situación a los implicados, lo que causaba
cierto remordimiento en “The Domus”,
finalmente recordaron algo de la caridad divina y se declaró el tema como un
tema prohibido. Por lo menos en eso eran católicos.
The Domus caminó desconcertado, con cierto cosquilleo en la cabeza,
y quería contar lo que sabía pero la conciencia y las circunstancias no se lo
permitían. Un sacerdote nuevo llegó a la pequeña ciudad, la tierra de la doble
fe y de los chismes, a aquel infierno provocado por el exceso de fe. De modo
que aprovechó sus últimos días en la ciudad – él aún no sabía que serían los
últimos – para confesar lo que sabía al nuevo sacerdote. Él conocía a todos los
sacerdotes y todos los sacerdotes lo conocían a él, de modo que confesarse en
dichas circunstancias le resultaba complicado y no lo había hecho desde hace
dos años. Ahora, con el nuevo sacerdote, había una gran oportunidad y no quiso
perderla. Se arrodilló en el confesionario y una voz fúnebre habló.
- Ave María Purísima – le dijeron.
- Sin pecado, concebida Santísima – respondió.
- Hijo, cuéntame tus pecados – indicó la voz detrás del confesionario.
- Padre tengo en la cabeza un asunto que me está aturdiendo: Varios de los compañeros de mi grupo comentan que el padre Fernando, ya no cumple su rol como guía espiritual y ahora observa con otros ojos a las chicas de la pastoral. Piensan que él y Fiorella son pareja sentimental y sospechan que antes lo fue de María – empezó diciendo.
- Hijo es probable que sólo sean rumores, no debes tomarles mucha importancia, más bien ve a contárselo al padre Fernando – replicó la voz detrás del confesionario.
- Padre la verdad es que yo también he notado algunas otras cosas. En dos oportunidades mientras me encontraba en la cuenta – de Facebook – de la pastoral, observé las conversaciones entre el padre Fernando y Fiorella. En las pláticas hablaban del amor mutuo y clandestino que se tenían. Hablaban de mantener todo en secreto y sobre todo que nadie debía saber sobre la vida sexual de ambos, porque ello conllevaría a situaciones indeseables. Luego las pláticas fueron borradas cuando notaron que yo también estaba en línea – continuó The Domus.
- Hijo nos encontramos ante un asunto complicado, antes de mencionarle estos sucesos a alguien más, debes ir con el padre para que sepa cuál es la magnitud del problema.
- Lo haré padre, pero además tengo otro asunto que me perturba la mente. Ya tengo cierta edad y creo que soy una carga para mi familia, un parásito, y quisiera poder servir en algo. Paro metido en mi cuenta de Facebook, no ayudo en los que quehaceres a mis padres y como que ya no me miran con un rostro agradable.
- Hijo como penitencia, no rezarás los padre nuestro y ave marías acostumbrados. Ahora irás a casa y debes reducir periódicamente las horas que le dedicas al internet. Esa será tu penitencia. Ve en paz.
Por un camino distinto y todavía
pálido – algo difícil de notar debido al color de su piel, aquel color que
esconde las emociones – se encontraba Pedro Pablo rumbo a su casa. Pedro Pablo es
integrante de uno de los grupos de la pastoral y es amigo de los tres implicados,
debido a ello el tema le causaba algún dolor en el estómago. Él sabía que no
sólo eran los Familiares de Fiorella los que propiciaban la relación, sino
también lo era él, su casa y su cama. Todo empezó cuando el padre Fernando
empezó a desear sexualmente a María, deseo que compartía con Pedro Pablo, de
modo que después de un acuerdo – no reconocido – el padre empezó a usar la casa
de Pedro para introducir los genitales dentro de una de sus feligreses. La
situación se repitió con Fiorella y él tuvo que soportar la carga psicológica
que todo ello supuso. Caminaba, como zombi, dispuesto a guardar el secreto.
Sabía que de conocerse los eventos su grupo lo señalaría como un ayudante del
diablo y lo convertirían en carroña, y lo despedazarían hasta que todos hayan
saciado su hambre. El tal aspecto – sólo en ese – los congresistas peruanos resultan
ser mejores amigos.
The Domus, el casto, el que se
comparó con “San José” llegó a su casa dispuesto a olvidarse del internet y con
la tarea pendiente de informarle al padre Fernando sobre el asunto. Aquella
noche recibió una llamada que lo invitaba a viajar para desempeñarse en una de
las actividades que más placeres le daba: cocinar. La decisión fue un poco
complicada pero finalmente decidió viajar. Él nunca obedeció la orden de
pertenecer únicamente a un grupo. El decidió pertenecer a dos grupo, los dos
más numerosos. Es así que su condición de haragán le permitía asistir y
organizar los eventos y reuniones de ambos, que para suerte suya se
desarrollaban en momentos distintos. Ahora debía dejarlo todo, debía abandonar
el aniversario próximo de uno de los grupos, debía pasar su cumpleaños lejos de
su familia, por un instante lloró. Al día siguiente fue a misa, comulgó y a la
salida de la iglesia se dispuso a hacer lo último que se había propuesto en
dicha ciudad pequeña, rodeada de intrusos: Contarle sobre los rumores al padre
Fernando.
Mientras caminaba, medio
tembleque, con un pantalón deportivo que dibujaba de manera perfecta su
trasero, el padre Fernando lo llamó y él pensado en el peor de los casos,
obedeció. Caminó todo el trayecto temblando, sudando frío y tomo asiento en la oficina.
El padre cerró la puerta y The Domus comenzó a narrar la historia con nombres,
fechas y otros detalles, fiel a su estilo. La historia concluyó, el padre le
dijo que nada era cierto a pesar de las pláticas que The Domus había observado,
dijo que no había porque preocuparse y cambiando el tema mencionó otro asunto.
- He notado que para el retiro de la pastoral han invitado a una chica que no pertenece a ninguno de los grupos. Recuerdo haber dejado claro que sólo iríamos nosotros y ningún extraño. Tú dices que tienes acceso a la página de la pastoral. ¿Fuiste tú quien hizo la invitación?
- No padre, he leído esa invitación pero ha sido hecha desde la cuenta personal de un compañero.
- No hay problema, sólo lo comentaba.
Días más tarde Naileo escuchó que
el padre Fernando había sido trasladado y nuevamente algunos rumores más, el
asunto no le interesó y continuó observando a los grupos a la salida de la iglesia
esperando formar parte de alguno de ellos, pensando en las chicas de Margarita
y en algún otro desconocido que también tenga la osadía de considerarse “San José”.
La confirmación esté cerca, pero
todo parece ser irrelevante. Han pasado tres semanas desde que The Domus se
fue. Han pasado tres semanas desde que Pedro Pablo se puso pálido. Han pasado
tres semanas en aquella ciudad y con la misma persistencia que lo ayudaba para
asistir a la Misa, Naileo seguía observando a los grupos, en el atrio de la
catedral. De pronto descubrió, como quien despierta de un profundo sueño
estúpido, que su destino no era sólo el de confirmarse y pertenecer a algunos
de los grupos; tampoco lo eran el de destrozar alguna vagina o un ano, sino más
bien notó que él había nacido para apoderarse y gobernar a todos los grupos. Cuando
Naileo tenía seis años se le vino la idea descabellada de querer ser sacerdote,
luego Cardenal y luego Papa. A Naileo no le interesaba en grado alguno hablar
sobre Dios, ni ser guía espiritual de la humanidad; lo que sí le interesaba era
tener un báculo, un papa móvil y todo el poder que el cargo supone. Es un
megalomaniático. La idea parecía tener cierta lógica pero pronto descubrió que
todo podía ser simplemente una utopía. Finalmente se conformó con ser
presidente de su tribu y gobernar a los grupos que tenía en frente, los
primitivos, era un buen comienzo.
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