Uno aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta. (Anónimo)
Aún recuerdo mi vida a los once
años. Recuerdo la soledad, las aves y a
los amigos de mi tío. A esa edad se empieza a descubrir la sexualidad y debe
suponerse que todo se dará de un modo natural, el problema es que nada en mi
vida ha sido natural o normal o como pueda llamársele. Con el descubrimiento de
la sexualidad llegaron algunos desconocidos que me enseñaron que existía la
pornografía y que las horas de internet bien podían distribuirse, de acuerdo a
los requerimientos hormonales, en investigaciones sobre temas de interés y la
pornografía. Con el descubrimiento de la sexualidad también descubrí que había
nacido en una familia y sociedad conservadoras; y que en una ciudad donde sólo
se trabaja medio día, el resto del día sirve generalmente para pensar en lo
sexual.
Yo siempre he sido una persona
brillante en el colegio, no sé si inteligente, pero lograba satisfacer las
expectativas de mis maestros y a cambio me colocaban buenas notas. Las buenas
notas fueron algo común en mí, de modo que nunca recuerdo haber recibido
felicitación alguna por ello, como tampoco por los diplomas (cartones) que
recibía cada año, tampoco recibí felicitaciones cuando me entregaron la medalla
de primer puesto en secundaria, ni en los cuatro primeros ciclos de la
universidad, después mi vida cambió. Mi familia
era unida (vivíamos todos en la misma casa y almorzábamos juntos) pero cada uno
se dedicaba a hacer sus cosas (lo que era bastante positivo). Yo me dedicaba a
caminar por toda la casa mientras todos dormían – por las tarde – o subía al
último de los pisos a delirar o simplemente me dedicaba a entablar
interminables pláticas con alguna de las aves de la bodega o del corral. Las tardes
cambiaron un poco a los once años, las
excitaciones eran frecuentes y me interesaba por los cambios corporales y al
parecer no fui el único.
Algún amigo de mi tío empezó a interesarse
por la casa, en las tardes, y decidía
jugar conmigo (juegos de mesa). Ya había visto suficientes videos y leído
muchas historias sobre las diferentes facetas de la sexualidad humana, siempre
he creído que la mayoría de experiencias no deben vivirse, sólo deben saber
leerse. No fue necesario mucho tiempo para descubrir que el amigo de mi tío me
miraba con ojos lujuriosos. No podría detallar que pasaba por mi mente en esos
momentos pero forcé las circunstancias para que algunas de las cosas vistas en
los videos ocurriesen. La otra parte no sospechaba que yo sólo fingía
inocencia. Esta técnica me sirvió en varias ocasiones.
Ya a los once años me di cuenta
que si bien me gustaban las mujeres (dos amigas del colegio, en especial) también
estaba condenado a que me gustasen los hombres. El loco no nació bisexual, pero
las circunstancias se encargaron de mostrarle dicho camino. A lo largo de toda
su vida lo persiguieron algunos hombres que buscaban placer sexual con él.
Si bien pienso que todo lo que me
ha pasado, es el mejor de los casos; luego descubrí que era mejor la soledad. El
problema es que desde aquel descubrimiento he tenido la tentación de estar con pareja, unas dos o
tres veces y han sido fracasos.
Tengo preferencia por dos tipos
de personas. Las que son mayores que yo, quienes me agradan por su desarrollo corporal,
este tipo de personas han sido predominantes en la adolescencia. Luego se
descubre que estas personas si bien son físicamente agradables,
intelectualmente están degradados. Te preguntas ¿Cómo se puede llegar con este
nivel a esta edad? Luego vomitas, te decepcionas y buscas llegar al último piso
de la casa. En la universidad descubrí que también tengo preferencia por las
personas menores que yo. Me agrada la
inocencia de principios de la adolescencia. Entiendo que entre los once y dieciséis
años las personas son inestables y todo es sólo ilusión; pero las mayores
ilusiones me las han dado dos personas de dieciséis años.
He intentado darme algunas
oportunidades pero mis padres se encargaron de enseñarme que la felicidad no
existe. Me alejaron de la chica con la que debí casarme. Con los hombres el
tema es bastante complicado. Los hombres son promiscuos por naturaleza (por el
instinto de perpetuar la raza) y la situación se complica cuando en una
relación intervienen dos hombres. De modo que cuando el problema no es
estabilidad, lo es la personalidad (por naturaleza tengo una personalidad
complicada). Digamos que después de todo lo más cercano a la felicidad lo he
sentido acompañado de la soledad.
A esta edad ya no suelo ser tan
tonto como para creer que el amor existe y debo esperar. Sin embargo, en la
última semana he conocido a una persona agradable, física e intelectualmente, a
quien estaría dispuesto a rendir tributo lo que reste de mi vida. Podría describir
lo extraordinario de su físico y lo agradable de su personalidad, pero sé que
todo es vano. La experiencia ya ha demostrado que todo debe terminar mal. Yo soy
casi un adulto, llevo casi once años de vida sexual activa, ahora prefiero
escribir y platicar. Ya tengo claro todo lo que quiero y lo que quiero que los
demás piensen de mí, también. Sé que de mi parte (a pesar de haber dicho que soy
promiscuo, lo que es algo que mi razón puede controlar) no habrá problema.
Por el otro lado, el casi dios de
quien creo poder enamorarme (lo que debido a mi historial, es malo) tiene dieciséis
años. Aún no tiene capacidad para enamorarse y es probable que deba
experimentar la promiscuidad antes de que pueda llegar a amar. El otro problema
de esta parte es que tengo innumerables recuerdos acerca de mis dieciséis años
que me aturden.
Hablar de estos temas siempre me
deja sin mucho que decir. No tengo habilidades para la conquista, no sé decir
cosas agradables, todas mis acciones (inconscientemente) van enfocadas a destruir
los lazos de amistad. Cuando siento que me enamoro, como es este caso, siento
que estoy perdido y siento que fracasaré. Sin embargo, quisiera darme una
oportunidad. Tengo la sospecha que de ir bien, todo será genial.
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