UNO
De mi cumpleaños más antiguo |
DOS
Mi madre es una mujer genial, no
es mi amiga como tampoco lo es mi padre, que es amiga de mis medio hermanos y
de mis amigos. Tiene la inteligencia emocional desarrollada y el cociente
intelectual también, me supera en lo
primero. Siempre quedo maravillado al
observarla actuar, y me fascina la facilidad con la puede ser amiga de todos
los conocidos. Su vida hubiese sido diferente si yo no hubiese nacido: El mayor
de sus sueños era ser oficial o pertenecer a las fuerzas armadas. Ella goza de
grandes habilidades para ello, posee un
dinamismo y energía envidiables para otros, no para mí. La infancia de mi madre
se encuentra plagada de múltiples anécdotas agradables como toros y corridas,
árboles y caídas; y otras cosas relacionadas a la muerte.
TRES
Mi padre es un hombre al que
conocí a los seis años. Quizá lo único que he heredado de él es la
promiscuidad. Él se ha acostado con tantas mujeres como con hombres lo he hecho
yo. Tiene cinco hijos y el intelecto me
hace suponer que ninguno fue planificado, todo lo hizo la búsqueda de placer
sexual en alguna vagina. Mi padre tiene algunas habilidades que yo no he
heredado, es trabajador e ingenioso, siempre tiene formas de conseguir dinero y
comprase lo que desee, incluido mujeres.
Si hubiese llegado a vivir con él es probable que nunca hubiese escrito un carajo, sería un mortal, un zombi. Tenerlo alejado de mí es una de las mejores
cosas que me pudo haber pasado.
CUATRO
Hoy cumplo ocho años. Mi madre ya
salió de mi habitación y una tristeza profunda se apodera de mí. No quiero
salir de aquel lugar. Decido sentarme posición fetal, a llorar. Escucho
canciones tristes y el día decide adoptar el mismo estado, hay neblina. Descubro
en este día mi gusto por el clima invernal, con neblina y garúa y mucha
tristeza. Horas después, llego a la
cocina donde descubro a todos preparando bocaditos y en el gran patio, decoran. Hoy celebrarán un
cumpleaños más y será el último, lo sé yo. Como a las cuatro de la tarde
empiezan a llegar los invitados: Amigos y compañeros del colegio, amigas de mi
madre y de mis tías, conocidos y desconocidos, llegan de todos lados y de todo
tipo. Nada me causó más furia como lo hizo éste día. Los invitados llegan con regalos, me dan
abrazos y besos. Yo corro a limpiarme la cara después de los saludos y de paso
tiro los regalos a algún lado, algunos se rompen con la caída. Tengo un
peculiar trato con los balones de fútbol: Los llevo directo al tacho de basura,
representaron la cuarta parte de los regalos del día. La gente disfrutó de la
fiesta y se comió todo; yo me encontraba lleno de tristeza y con irá, quería
que los intrusos se largasen, lo que ocurrió como a las ocho de la noche. A
partir de ese momento empecé a disfrutar de mi fiesta.
CINCO
Mi madre tenía quince años y
hallábase enamorada del papá de mi hermano menor. Escapaban de vez en cuando en
la camioneta a pasear, al campo. Tenían planes de casarse y de tener un hijo que debería llamarse Abel. Lo que no estuvo planeado es que mi padre se
interpusiera en la relación. El papá de mi hermano fue obligado a alejarse bajo
amenaza de muerte y después de muchos golpes. Mi padre tuvo el camino libre y
fue en aquel tiempo de confusión, en el que debió fecundarme. El padre de mi hermano regresó, mi padre y mi
madre discutieron, y la historia hubiese sido la de antes a no ser por mí. El
padre de Abel, que nació seis años después que yo, y mi madre se continuaron
amando durante muchos años más, pero los planes ya no pudieron ser los mismos. Hay
cosas que jamás le perdonaré a mi padre, ésta es una de ellas: Yo nunca debí
nacer.
SEIS
A los ocho años decreté que no deseaba que me celebrasen
ningún cumpleaños más. Desde aquel momento querría como regalo una bolsa de
caramelos de leche que no tenga que compartir con nadie y pedí también que cada
27 de octubre me dejasen encerrado en mi habitación, no desearía ver a humano
alguno. Así ocurrió.
SIETE
Siento que tanto mi madre como mi
padre me odiaron en algún momento. Siento que ambos prefirieron que yo jamás
naciera. He oído la historia de mi
nacimiento innumerables veces, en conversaciones de mi madre con sus amigas,
mientras yo fingía estar dormido en la sala, donde ellas platicaban. La historia
era narrada en tono trágico. Mi padre
hubiese preferido no conocerme nunca, simplemente aceptó mi existencia de mala
gana. Ahora ambos me quieren, gracias al tiempo o acaso a la ancianidad.
OCHO
Tengo diez años, es 27 de octubre
y estoy solo en casa. Todos han ido a algún lado y estoy triste como siempre y
quizá más triste que de costumbre. Necesito salir a algún lugar alejado. Llega
a visitarme un compañero de clases, el más odiado del salón, por su aspecto y
conducta delincuenciales. Le pido me acompañe a “Tres Tomas”, al cerro. Hicimos
una gran amistad, platicamos, descubrí un gran amigo y una gran persona.
Regresamos como a las nueve de la noche, después de subir y bajar dicho cerro
encantado. Fue un gran regalo. Descubrí que Paul sería capaz de dar la vida por
mí. Cuando postule a la presidencia buscaré fidelidad en aquellos en quien
nadie cree, en los renegados por la sociedad. Ellos estarán conmigo siempre. Nunca
me traicionarán. Lo sé.
NUEVE
Mi padre nunca recuerda el día de
mi cumpleaños. Siempre me saluda un día antes o un día después, pero nunca el
día exacto. Recuerdo haber ido a visitarlo algún 27 de octubre, obligado por mi
madre, y siempre regresé a casa con un sabor amargo. Eran días en los que
recordaba que mi nacimiento no ha sido un gran acontecimiento sino un tropiezo
y la causa de desdichas en muchas vidas. Mi madre siempre renegaba, le
incomodaba mi comportamiento, el de no querer ver a nadie, el rechazo a los
abrazos.
DIEZ
Tengo dieciocho años. Mi padre me
regaló un terno. Mi madre no recuerdo qué. Es un día especialmente agradable.
Mi medio hermano, a quien nunca había visto o saludado, llega a felicitarme y a
invitarme a pasear. El prefiere salir con mujeres, lo que habla bastante bien,
hoy. Yo accedo. Caminamos, comemos algunas porquerías. Descubro que él me
quiere y yo también. David es el mejor hermano que nadie puede tener, es de los
que lo daría todo para procurar mi felicidad.
Otro suceso agradable: Anderson, un amigo íntimo con quien me había
peleado hace algunos años, me visita y me demuestra que no existe ningún tipo
de resentimiento. Seguimos siendo amigos, a la distancia. Al cumplir 18 años me
alejé de la ciudad donde nací y crecí.
TRISTEZA Y SUEÑOS
ROTOS
Cada veintisiete de octubre se
apodera de mí una tristeza colosal. Cada veintisiete de octubre me enfermo,
quedo en cama, con fiebre. Sueño que el mundo se destruye por causa de mi
nacimiento y yo trato de evitarlo, suicidándome, pero nunca lo consigo. Cada
veintisiete de octubre recuerdo que mi nacimiento ha truncado muchas vidas y
sueños. Recuerdo que mi madre y mi padre alguna vez no me quisieron y que Dios,
aun siendo omnipotente, no es Dios.
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