sábado, 4 de abril de 2015

Conclusiones luego de tres tazas de café

Creer que lo normal es ser heterosexual y que los homosexuales son «anormales» es una creencia prejuiciosa, desmentida por la ciencia y por el sentido común, y que sólo orienta la legislación discriminatoria en países atrasados e incultos, donde el fanatismo religioso y el machismo son fuente de atropellos y de la desgracia y sufrimiento de innumerables ciudadanos cuyo único delito es pertenecer a una minoría. ("Salir de la barbarie", MVLL)
Me gustaría recordar en qué momento empezó mi gusto por lo masculino, pero ningún recuerdo es exacto. A los ocho años ya me excitaba al observar a los chicos que se bañaban en la acequia después de una jornada de trabajo, a esa edad ya sabía que prefería los cursos de letras a los cursos que involucraban cálculos, sabía que la política y literatura son más interesantes que la ingeniería y el trabajo programado, sabía también que los chicos trigueños y delgados me atraían mucho más que los blancos y gordos. A los ocho años tenía gustos definidos pero no tenía el carácter para asumirlos.

Trato de buscar algún antecedente que explique mi sexualidad, pero los razonamientos tampoco son determinantes; por ejemplo, en mi familia nadie es homosexual, no he tenido amigos homosexuales hasta los once años, tampoco he sido violado o algo por el estilo, el ejercicio de mi sexualidad ha sido siempre con consentimiento y premeditado aunque algunos me creyesen un púber inocente y sin voluntad. Lo único que es rescatable son dos detalles que repaso una y otra vez, tratando de buscar alguna respuesta: Mi padre desde los seis años me contaba acerca de sus hazañas con mujeres (gordas, deformes y viejas)  y la conclusión siempre era que debía ser un mujeriego, que debía penetrar a cualquier mujer que se cruce en mi camino (además de cogerle y morderle las tetas), en resumen, que debía seguir su ejemplo. Los recuerdos de un señor viejo penetrando y metiendo la lengua en las vaginas de mujeres gordas y viejas no eran nada apetecibles, sólo me provocaban repugnancia, por aquella época los chocolates y los chizitos eran más provocadores. El otro detalle que rescato es el hecho de que ni mi madre ni nadie cercano  al entorno familiar (excepto mi padre que no vivía conmigo) me hablaban de la sexualidad, nunca me dijeron que la convención cultural era que un chico debía estar con una chica y no con otro chico. Tal vez  con aquella aclaración mis gustos serían otros, o tal vez no.

sábado, 13 de septiembre de 2014

El gordito sin talento


Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños. (MVLL)

Hoy es de aquellos días en los que me siento furioso, en los que recuerdo los días de colegio y odio; y gasto el tiempo y la poca energía de mis huesos recordando eventos innecesarios, me gasto la vida insultando, maldiciendo, recordando que si bien ahora no soy el protagonista principal en este país de mierda y estupideces, tengo todas las capacidades y habilidades para ser el mejor. Reniego por mi dejadez. Me odio. Quiero retroceder el tiempo, actuar y convertirme en un dios, en lo que merezco ser y en lo único que puedo ser.
Hace aproximadamente dos años mi vida cambio, tuve que eliminar el temor a las relaciones humanas, tuve que olvidar al chico introvertido que ocupaba los primeros puestos en el colegio y la universidad para convertirme en aquello que el mundo exige ser: Tuve que aprender a sonreír cuando sólo quería mostrar la cara de ogro, tuve que mostrar cordura cuando solo tenía ganas de desvariar, tuve que amar cuando solo me apetecía odiar y tuve que adoptar muchas otras actitudes y tuve que actuar persistentemente  hasta hoy.
Hace aproximadamente  dos años conocí a Morgana; hace poco más de un año, a mi buen amigo Xavier y como quien no quiere la cosa, conocí también al gordito sin talento, un gordito al que he decidido odiar gratuitamente, con persistencia, con la misma persistencia que me ayuda a actuar día a día, la misma persistencia que quiero conservar para drogarme y no morir. Es un odio gratuito y no tanto, es gratuito porque es vano, insano, torpe desde cualquier ángulo; no lo es tanto porque él ha propiciado que la humanidad lo odie, su presencia, palabras, actos y aroma provocan repugnancia, son asquerosos y crueles, como los olores corporales en el transporte público, como una patada en los testículos. Recordarlo me despierta y quita el sueño y me recuerda que si bien él no tiene talento es un exquisito chupamedias y yo sólo un haragán con el talento de odiar gratuitamente y no tanto.

domingo, 2 de febrero de 2014

Circunstancias Efímeras

Y sin embargo, ves a los poco talentosos comprarse lo que se pueden comprar.
Y sin embargo, te sientas a observar lo mucho que puedes comprar con tan gran talento, hasta quedarte dormido.
Entonces los poco talentosos son exitoso y tú una bola de caca.
Siento la misma emoción de cuando niño. Cuando niño y mi padre y las propinas y todo lo que se podía comprar. Ahora al tratar de recordar cómo llenar un papel en blanco con garabatos que pretender ser la publicación más exquisita que jamás se ha leído. Son las emociones, la parafernalia y el querer que sólo quedara en querer.

Estoy emocionado pero no se nota, sólo se puede entrever detrás de los lentes negros y las hilachas de cabello, los residuos de un soñador, de un presidente en potencia, del peruano que ganaría el Nobel, de aquel filósofo adolescente. Sin embargo el soñador sigue soñando. El soñador se levanta muy temprano y da órdenes con un traje de emperador, definitivamente ha nacido para ser rey. El soñador grita, construye el mundo mientras camina, pero no se nota. El soñador aparece y desaparece, quiere salir pero algo se lo impide: Un cuerpo contaminado por la rutina y la comodidad.

La emoción desaparece, se convierte en miedo, el individuo reconoce que está jodido, que no conseguirá nada de lo que anhela y que la esporádica comodidad desaparecerá y se convertirá en nada. Tiene miedo de convertirse en lo critica, pero no está lejos. El individuo está muy enfermo, no tiene ideas, es un tubo vacío “¿Cómo se tiene que vivir?¿Para qué se vive” las preguntas de infancia regresan y siguen sin respuesta. Finalmente el miedo dura tanto como duró la emoción de escribir.


El individuo que soñaba con ser presidente queda en la nada, no está emocionado, no tiene miedo sólo se acuesta, duerme y espera. No piensa, se olvida de los sueños, se olvida de los miedos y reacciona a las llamadas, a los pedidos, al hambre. El individuo reacciona y en algún momento inesperado saldrá el soñador, y alguna mañana despertará con miedo y tratará de recuperar el tiempo perdido. Luego dormirá y seguirá muriendo.

sábado, 18 de mayo de 2013

Hoy, las pastillas, Raúl, Cristhian, Berardo, el fracaso e Italia


Es conveniente escribir con el cuerpo atormentado por las drogas, sólo en ese estado nuestras ideas salen a relucir en su mejor versión, sin atropellos culturales, ni morales. Lo que busco es un cuerpo agradable, intoxicado y dispuesto a fugarse conmigo a argentina y luego a Italia. Hoy busco a Luis.
Mi hermano (muerto) y yo (borracho)
Hoy debería escribir una de las tantas historias que he prometido y que no he escrito. Hoy debería hacer trabajos de la universidad para no desaprobar y evitar prolongar más los años la tortura, hoy como cualquier otro día debería hacer lo urgente, pero he decidido escribir y  no sé sobre qué escribir y cuando encuentro la historia no paso de la segunda línea, podría pensar que ya no tengo la habilidad, pero sabemos, los dioses, que esas cosas pasan  y no me preocupo.

Hoy no me siento con ganas de estar sentado frente a la lap top, hoy hubiese preferido salir con un amigo de mi hermano a probar drogas, pero pensé en mi mamá y me quedé. Hoy hubiese querido además  embriagarme y acostarme con un desconocido, pero estoy aquí sin poder escribir, sin hacer lo importante, sin hacer nada.

Hoy platiqué con un amigo de mi amigo que me enamoró. Debo reconocer que no me agrada su condición física pero  él es más que la condición física, es lo que siempre quise, siento que me he enamorado, pero ya sabemos que eso del amor, en mi caso, suelen ser unos segundos. La estupidez pasa, espero que sea diferente. Quisiera abrazarlo, tomar, escribir y sentir que el mundo por fin es perfecto.

Hoy hubiese preferido muchas cosas, quiero llorar, pero no puedo. No estoy excitado, estoy como zombi, no sé si sea conveniente ir a la universidad en unas horas. No sé si me interesa ser ingeniero. Quiero hacer mejor las cosas en el trabajo, pero la verdad, todo es incierto y no me preocupo.

Hoy quisiera decirle a Raúl que me agrada, que me agrada la forma como me desprecia cada vez que menciono lo mucho que me excita su rareza y su cuerpo no muy interesante pero que es compensado por la personalidad sui generis. Sé que no le intereso, y me resigno a ello, es lo mejor.  Raúl es un tipo genial y yo un fármaco dependiente escribiendo sobre él. Trato de recordarlo y amarlo en silencio.

Hoy quisiera hablar con Cristhian, es el único hombre al que he amado y sigo amando. Físicamente es atractivo, me agrada la forma provocativa con la que se masturba. Es inteligente, es provocador, es un genio. Le seguiré proponiendo que seamos amantes y cuando la acepte, guardaré el secreto y seremos los mejores amigos amantes.

Hoy quiero besar a Berardo, quiero observar su cuerpo joven, quiero que ponga una canción de Arjona, que toque la guitarra. Quiero platicar y embriagarme con él.

Hoy tome cinco tipos de pastillas, o quizá seis y me cuesta trabajo recordar la posición de las teclas en la oscuridad, pero hago el esfuerzo. Hoy quiero ser amado, quiero que alguien esté aquí y si es el buen Juancho, no importa, no me interesa la sexualidad, sólo me interesa estar acompañado, tener un amigo cerca, que me haga masajes.

Todas las posibilidades de hoy se reducen a un escrito sin sentido, que nadie leerá. Todas las posibilidades son ideas, son cosas que ocurrirán con un poco de drogas, la vida sin ellas no tiene sentido. 

Amo lo irracional, amo vivir así, amo quedarme sin amigos o sólo con los necesarios. Amo a los que están dispuestos a hacer lo que sus instintos manden. Amo que me cuenten historias, amo a mi amigo: “Gente varonil corriéndosela. El tío que me gusta estaba ahí me dejó agarrársela de nuevo y me metió la mano por el poto sentí rico. Luego un pata alto riquísimo con una cosa grande venía corriéndosela y casi  penetra a un pata. El pata estaba con el pantalón abajo esperando que lo penetren

¿De qué sirve la vida con etiquetas? De nada, la vida es aquello que hacemos cuando olvidamos los valores, la moral y la cultura, dejemos esas cosas en los libros y seamos lo que queremos ser. Si luego nos odian, no importa, tomemos más pastillas y sigamos siendo felices. Escribamos sin sentidos, obliguemos a los humanos a drogarse para que nos puedan entender.

sábado, 30 de marzo de 2013

Los baños y los perros


Es sábado por la mañana y hace calor en Lima. Ángel ha despertado cansado como todos los sábados de su vida, pero este en particular, ha decido conocer a un chico, uno que le cobrará treinta soles por complacerlo sexualmente.  Ángel no necesita placeres sexuales, ello es irrelevante y previsible desde que, a los once años, le mostraron todo lo que un humano promedio puede hacer a lo largo de su deplorable vida; lo que Ángel necesita es una historia, una aventura que pueda justificar aquel viaje en un sábado antes del desayuno: Ángel decide ir a conocer los baños y sus historias.
Me encuentro sentado en uno de los inodoros sucios, entre cuatro láminas de madera donde yacen con comodidad los celulares de pasivos, activos y modernos  en  busca de pareja sexual. Los que escriben sus números de celulares, y lo hacen con gran seguridad, son con certeza pasivos muy afeminados, activos gordos y feos (como yo, me refiero a lo gordo y feo), o modernos travestidos. No hay esperanza en ninguno de los celulares que se confunden con los kilos de mierda que depositan diariamente en el inodoro donde estoy sentado. No estoy sentado porque tenga alguna necesidad fisiológica, lo estoy porque tengo la libido elevada y necesito tocar una buena verga para poder sentirme a gusto (nunca me han permitido más haya de tocar), la ecuación es sencilla: Elijo estratégicamente uno de los inodoros de en medio y me siento a esperar a algún incauto, luego paso mi mano por debajo del separador y espero a que generosamente me pongan una pinga en la mano, esos son los mejores días.

Mi nombre es Estiven y mis padres no eligieron ese nombre, así eligió escribirlo la iletrada de los registros civiles de San Román, durante el primer gobierno de Alan. Está claro que mis padres no podían descifrar nada entre tanto garabato con tinta, ellos pensaron que con ese nombre de gringo sería gringo, inteligente y exitoso, se equivocaron. Tengo 39 años y soy un fracaso, soy gordo como una ballena preñada, mi piel es blanca como moho, tengo un órgano sexual reducido por los kilos de grasa que almacena mi barriga y soy homosexual pasivo. A los 15 años descubrí que era gay, soy un gay en el closet, tenía y tengo miedo de que mis padres y amigos se enteren. Tengo que vivir con una mujer gorda simulando que la amo. Las pastillas me ayudan en las noches cuando debo cumplir mi rol de cachalote macho. Le he contado a unos cuantos amigos sobre mi opción sexual y les he declarado amor a tres, pero todos me han dicho que no, porque somos amigos. Ellos también son homosexuales, pero la razón por la que no me quieren, no es la amistad, lo es más bien por el rechazo a mi figura espantosa. Malditos cabrones sean sinceros, digan: no te quiero por feo. No apelen a esa mierda de la amistad.

Hoy no es un buen día, estoy sentado pero nadie quiere proveerme de una pinga gruesa. Salgo del inodoro y me paro frente a los urinarios a observar. Varios hombres peludos se están masturbando y mirando a los costados en busca de la pareja ideal para aquella tarde. Algunos ancianos se les acercan y ellos les ponen cara de pocos amigos y se van. Yo me acerco y a lo mucho me dejan tocar, a veces me ocurre lo que a los ancianos. Al parecer los ancianos y los gordos no tenemos posibilidades en este mundo. Estoy en el baño principal de Real Plaza, a unos metros del hotel Sheraton, este es el punto de encuentro para gran cantidad de homosexuales que salen de trabajar y quieren pasar una noche de sexo. Se paga 50 céntimos la entrada, luego se paran en los urinarios a mostrar sus genitales hasta que llegue el indicado y luego ir a algún hostal de la AV. Uruguay. Los agentes de seguridad y de limpieza son parte del juego. Tampoco es un buen día en los urinarios, no hay nadie interesante, todos los hombres peludos ya se fueron con chiquillos delgaditos y sólo quedan los ancianos secos y yo. Es hora del plan B.

Camino hacia el baño de Oeschle, en el primer piso de la tienda, todo está vacío. Me pongo a esperar, al parecer tampoco será un buen día en este lugar. En el mejor de los casos se encuentran dos tipos y se ponen a tirar cerca a los urinarios, me permiten observar con la condición de que me fije que nadie venga, nunca viene nadie, son baños tranquilos. Ellos terminan y se van. Yo me quedo con las ganas, me doy cuenta que sólo sirvo para ser un espectador de la sexualidad. Hoy no ocurre nada de ello. No me rendiré, soy gordo y feo, pero también soy perseverante, en ello ninguno de los perros cabrones que me rechazan diariamente me pueden superar. Iré a los baños de Megaplaza, allí con seguridad podré tocar un rica verga y podré ir a casa a masturbarme con suficiente información fotográfica.

Uno de estos días me daré un tiro, no puedo estar con nadie, nadie me quiere, me rechazan por gordo y feo. Quisiera vivir con alguien que me ame, quien sea. Quisiera que mis padres y amigos acepten lo que soy, ya no quiero fingir que soy un macho en la cama cuando sólo quiero que horaden mi trasero todos los días. Mi vida no es vida, soy un impostor, un traidor a mis convicciones, por eso no puedo ser feliz. Ya estoy en los baños de Megaplaza, el tipo de seguridad está expulsando a un anciano del baño porque quería meterse al cubículo donde dos homosexuales jóvenes tenían intimidad. Los cubículos de esos baños siempre están habitados por dos personas, excepto donde estoy yo, siempre estoy sólo, nadie está dispuesto a tirar conmigo. Las condiciones tampoco son buenas.

Me voy a casa resignado, mañana me rosaré con algunos hombres en el Metropolitano, camino al trabajo. De regreso, realizaré las visitas rutinarias por los baños de Lima, empezaré en Sodimac del Jockey Plaza.  Bayly dijo que en Lima se puede ser coquero, gay y ser feliz; pues esto no se cumple con los gordos como yo. Lima es una ciudad de perros, siempre los mismos perros en los mismos baños, pero no hay ninguno que haya aceptado hacerme perra en los tres años que llevo visitando religiosamente los servicios higiénicos de Lima.

lunes, 21 de enero de 2013

Las preguntas sin respuestas


Existen incontables hombres en mi vida, pero sólo recuerdo a tres: Los que tomaron la decisión de rechazarme.
¿Qué pasaba por su mente en ese momento? ¿Qué pensaba el tipo el urinario y qué pensaba el tipo de los labios rojos frente a la puerta? Eran muchas preguntas sin respuestas, incontables preguntas como ocasiones en las que  ambos se miraban el sexo sin escrúpulos y el tipo de los labios rojos dudaba entre un ¿Qué pasará? y las intenciones esquizofrénicas de incorporarse a esa escena insospechada. Matías era blanco masajeaba su sexo con gran libertad, observaba a su costado y Julián correspondía las miradas. Pronto Julián desistió, abandonó el urinario y se acercó a la lavarse las manos y cara. El tipo de los labios rojos se acercó hacia Matías, tocó su sexo un instante  y todo terminó. Julián y su pareja, el tipo de los labios rojos, caminaron de regreso a las escaleras solitarias, rumbo a ninguna parte.

¿Qué pretendes conmigo? ¿Qué es lo que buscas? Julián, tenía muchas preguntas. ¿Qué pensaste mientras jugabas con el tipo del urinario? ¿Por qué decidiste abandonar la escena? El tipo de los labios rojos tenía muchas preguntas. Era un lunes por la noche como cualquiera pero con muchas preguntas sin respuestas. Ambos caminaron rumbo a los buses que los llevarían a sus casas mientras el aire suspiraba tenso, tratando de emular las respuestas y una buena impresión de aquel primer encuentro.

Julián y Ángel se conocieron a través de las redes sociales, se atrajeron por las fotos y desde aquel momento se juraron amor eterno. Julián tiene cinco años y cinco centímetros más que Ángel. Y Ángel tiene muy pocas ganas de vivir como de emprender proyectos. Accedió a aceptar a Julián porque la vida no tiene sentido y es mejor buscar un compañero para pasar los últimos días de su vida, fingir palabras cursis es mejor que dibujarlas en el universo tenebroso de la memoria. Aquel lunes era el primer día en que se conocían, aquel lunes fue la primera vez en la que Ángel pudo comprender a medias las historias que se tejen en los baños de Lima, fue la primera vez en mucho tiempo en la que descubrió que la vida aún tiene sentido y como tiene sentido ya no es prudente jurar amor eterno, ya no es conveniente jurar fidelidad. Ángel es cazador de historias y  las historias son más importantes que las vivencias cursis de los enamorados.

Los enamorados se despidieron. Prometieron verse pronto. Fue un lunes con muchas preguntas sin respuestas ¿Dónde están las respuestas? ¿Quién tiene las respuestas? Ángel buscará esas respuestas, porque si para algo se ha nacido es para buscar respuestas y contarlas a quien no se atreve a ir tras ellas.

viernes, 31 de agosto de 2012

Impotencia y Estupidez

"Nos resignamos al momento único y feliz. Preferimos perderlo, dejarlo transcurrir sin siquiera hacer el razonable intento de asirlo. Preferimos perderlo todo, antes que admitir que se trata de la única posibilidad y que esa posibilidad es solo un minuto y no una larga impecable existencia." - Por Yamalit
Trato de platicar contigo y no sé cómo empezar la plática. Lo único que se me ocurre decir es:

  •           Te imagino rodeado de licor.

Pero no te imagino rodeado de licor, más bien te imagino sentado hablando de esas cosas de las que sueles hablar. Ha pasado un mes, y es anormal que tenga en cuenta el paso del tiempo, desde que observé tus lentes con montura negra. Ahora que te veo, observo el modo peculiar de tu caminar; tu mirada tensa, entendida como segura o segura y entendida como tensa; el color de tu piel y la forma como se dibujan tus patillas a los costados de tu rostro: Hago esfuerzos sobrehumanos para disimular que el color de rostro, tus labios y tu mirada me fascinan en grado sumo. Recuerdo además aquella sensación peculiar de vientre. Ha pasado un mes y no he podido olvidarte, las pastillas no ayudan porque tu imagen y el recuerdo son indelebles.

Siempre aconsejo que las personas no deben incomodar a las personas y, si la humanidad ha vivido varios siglos sin nuestra presencia lo normal es que Adriano haga las cosas de Adriano y que los demás hagan las cosas de los demás, pero suelo olvidar mis consejos y me aferro a ese momento salido del azahar. He mandado a mi mente un millón de veces a ese lugar, para recordar cada detalle del escenario perfecto. Finalmente termino resignándome al que hecho de que aquel momento no volverá y espero a que mi memoria, las pastillas o tu comportamiento futuro regresen todo a lo que siempre fue: Yo no sabía nada de ti y tú nada de mí. Aunque entiendo que el escenario más favorable es el de la amistad.

Eres esquivo y si no lo fueras las cosas serían de otro modo: Las personas que quiero, y siempre están, suelen aburrirme pronto. Cuando te veo no sé de qué rayos hablar, se apoderan de mí esas sensaciones que suelen traicionarme cada vez que camino o estoy cerca de alguien en quien pienso con regularidad. Cuando hablas, generalmente no escucho lo que dices – porque hay ruido o  porque estoy suficientemente atrapado por la inseguridad y la estupidez – y cuando te escucho hablar no entiendo lo que dices o siento que hablas en otro idioma y luego me doy cuenta de la sincronía que hay con las personas con quienes hablas. Estoy seguro que no puedo o quiero hablar de esas cosas y me pregunto si es posible que tú y yo podamos hablar sobre algún tema en común. Trabajo en aquello de lo hablamos alguna vez y también en proyectos personales, pero he decidido que lo primero también debe ser personal porque tampoco puedo olvidar dos preguntas: ¿Te interesa redactar aquello o sólo esta huevada? (creo que esas fueron las palabras y me agrada) ¿Has hecho esto con alguien más? (estas no fueron las palabras, pero quiero decirlo de ese modo). Y reflexiono.

Me interesa todo lo que se relacione con lo que me agrada hacer y aquello está dentro del grupo. Y siempre he dicho que las personas de nuestro entorno son poco o nada interesantes. Pero también me interesan esas cosas que defines como “huevadas”, y no en esa forma necesariamente, sino también en forma de café o de sillones con vasos llenos de cualquier licor.

Quisiera decir cosas o hacer cosas que puedan agradarte, pero no sé qué cosas  te agradan y si lo sé, la estupidez del momento no me permiten entenderlo. Recuerdo que lo único que sé hacer bien es joder, dormir y lo que trato de hacer mejor es escribir. Entonces he llegado a tres conclusiones: Primero, eres el único hombre que me interesa como amante y como amigo (considérame tu amigo en el peor de los casos porque eres sui generis y tu presencia me hace bien); Segundo, existe una única chica a la que amo y con quien me casaré; y Tercero, debo ir a dormir para no pasarme a la siguiente página, porque el arte de la conquista no es una de mis habilidades y no encuentro o no puedo propiciar un momento para decir que me gustas y proponer que seamos amantes.